Vida que Emerge de la Muerta
Hace dos años, cuando apareció el Covid por primera vez y nuestra iglesia tuvo que cerrar sus puertas, recordé que la Pascua no comenzó con iglesias llenas de personas – acompañadas de coros y alegre música de órgano. Comenzó con una tumba vacía, algunos discípulos asustados, y una tumba vacía de muerte. Comenzó incluso cuando aún estaba oscuro…
La promesa de la Pascua no es que Dios siempre va a hacer que las cosas salgan como queremos, o incluso a que las cosas vuelvan a ser como eran antes. Tampoco lo es la promesa de que Dios quitará los momentos difíciles de la vida. Pero la Pascua es la promesa de que es exactamente dentro de la oscuridad y el dolor y las decepciones de la vida que Dios está obrando…Y la última palabra aún no se ha dicho.
La Pascua es la promesa de que, en última instancia, el miedo y la esperanza no tienen la última palabra; el Coronavirus no llega a tener la última palabra. Adicciones, traición, enfermedad y sufrimiento – no llegan a tener la última palabra. Gracias a la Pascua, tenemos esperanza. Gracias a la Pascua, sabemos que adoramos a un Dios que saca luz de las tinieblas, esperanza de la desesperación, incluso vida de la muerte.
Oremos: Te damos gracias, Dios Misericordioso, por resucitar a Jesús de entre los muertos. Te damos gracias por la esperanza que trae la Pascua. Danos un nuevo aliento dentro de nosotros – incluso ahora. Te lo pedimos en nombre de Jesús. Aleluya. Amén.
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