Uno a la Vez

Uno a la Vez

Ayer reflexionamos sobre el pasaje bíblico del Evangelio de Juan (12:1-8) en donde María unge los pies de Jesús con aceite.

Hace varios años, una anciana de nuestra iglesia, Sharon Hartsell, estaba en el auditorio de una escuela secundaria para un banquete de fin de año. Una estudiante a la que ella asesoraba había ganado un premio que llevaba de nombre “El Carácter Cuenta”. Pero lo singular de la situación era que esta joven estaba prácticamente sin hogar. Y, como saben, en esa situación, es un pequeño milagro que ganara un premio como este. Fue algo muy importante.

Cuando llamaron a cada estudiante al escenario para recibir su premio, se les permitió estar acompañados por uno de sus padres o abuelos, alguien que los había inspirado. Cuando llamaron a la joven, se puso de pie en el podio y dijo: No tenía a ninguno de mis padres para acompañarme, así que invité a mi mentora, la señora Sharon. Ella ha marcado la diferencia.

Mientras salían juntos del escenario, el Superintendente de Escuelas tocó a Sharon en el brazo, se inclinó y susurró: “Salvamos a uno a la vez…” Salvamos a uno a la vez.

Al escribir sobre este pasaje bíblico, el autor y erudito Ronald Rolheiser afirma: “Cualquiera de nosotros que visita a una persona enferma o dolida, por muy inadecuadas o vacilantes que sean nuestras palabras, unge a esa persona, tal como lo hace un sacerdote en el sacramento de la unción de los enfermos. Tocar la mano de una persona enferma o dirigirle palabras de afecto o consuelo, a su manera, es lo que María hizo por Jesús.

¿Quién está frente a ti en este momento? El padre o la madre, ya de edad avanzada, con crecientes necesidades…un adolescente con problemas…el compañero de trabajo con dificultades…el vecino afligido, la mujer en la fila del supermercado que habla un idioma que no entiendes…

A veces puede ser tan simple como hacer contacto visual y sonreír. A veces es simplemente ungir a alguien con tu presencia y tu atención. A veces basta con unas palabras sencillas: ¿Cómo estás? Cuéntame más. ¿Cómo puedo orar por ti?

Es cierto lo que dijo el superintendente: Salvamos a uno a la vez.

Oremos: Dios misericordioso, danos ojos para ver las necesidades de la persona que tenemos frente a nosotros, quizás incluso tan cerca como nuestra propia mesa de cocina. Que nos preocupemos como tú; en el nombre de Jesús. Amén.

¡Por favor siéntanse libres en compartir este mensaje con familiares y amigos!

Daily Message Author: Joe Albright

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