Una Visión de Esperanza y Restauración
En el libro de Isaías (25:1-9) leemos estas palabras: Sobre este monte, el Señor Todopoderoso preparará para todos los pueblos un banquete de majares especiales, un banquete de vinos añejos, de manjares especiales y de selectos vinos añejos. Sobre este monte rasgará el velo que cubre a todos los pueblos…
En la primera parte de este pasaje, Isaías describe una ciudad en ruinas. Es una ciudad enemiga. Es la ciudad de la nación despiadada que había profanado y destruido Jerusalén. Lo interesante es que no se trata de un banquete para celebrar la derrota del enemigo. De hecho, la invitación a este mismo banquete se extiende mucho más allá de la comunidad de fe. La invitación a este banquete se extiende incluso a la nación enemiga.
Isaías promete que Dios destruirá el velo que cubre a todos los pueblos, el manto que cubre (no sólo a Israel, sino) a todas las naciones. El Señor omnipotente enjuagará las lágrimas de todo rostro…
Esta visión de Isaías es una visión de esperanza y restauración. Es una visión de reconciliación entre todos los pueblos. En la Biblia, una de las imágenes del cielo, es, sin duda, la mesa del banquete en el Reino de Dios.
En la mesa, en la visión de Isaías, se nos da esperanza para el futuro, de que un día seremos reconciliados con Dios y con los demás. Al mismo tiempo, se cuestionan nuestras suposiciones sobre quién está dentro y quién está fuera, quién es bienvenido y quién no está en el Reino de Dios. Y su visión nos invita a preguntarnos siempre: ¿quién falta en nuestras mesas, en nuestros hogares, en nuestra iglesia, en nuestras reuniones familiares?
Al acercarnos al Día de Acción de Gracias, preparémonos para acercarnos a dicha mesa, presentando nuestras vidas ante Dios, quien ha prometido nutrirnos. Presentemos nuestros corazones ante Dios, quien, si estamos abiertos, los cambiará y los sanará. Y que presentemos nuestros espíritus ante Dios, reconociendo la gracia que hemos recibido y las bendiciones que hemos compartido.
Oremos: Ven, Señor Jesus, sé nuestro huésped, en nuestros hogares, en nuestras iglesias y en nuestras mesas. Ayúdanos a confiar en tu gracias sanadora y reconciliadora. Y abre nuestros ojos a tu presencia, incluso aquí, incluso ahora. Amén.
¡Por favor siéntanse libres en compartir este mensaje con familiares y amigos!