Una Historia de Acción de Gracias

Una Historia de Acción de Gracias

Paul Harver contó una vez una hermosa historia sobre un anciano quien visitaría un muelle en la costa este de Florida, E.E.U.U., cada viernes por la noche, hasta el día de su muerte en 1973, él volvería con una gran cubeta de camarones. Las gaviotas acudían a él, y él los alimentaría de su cubeta.

Sin embargo, como habrás adivinado, hay una historia de fondo.

En Octubre de 1942, el Capitán Eddie Rickenbacker estaba en una misión de reconocimiento sobre el Pacífico Sur durante la Segunda Guerra Mundial. En algún lugar en medio del océano él y sus hombres se perdieron y fuera del alcance del radio comunicador. Los hombres tuvieron que abandonar su avión en el Océano Pacífico Central.

En el transcurso de 24 días, estaban a la deriva por miles de millas bajo un sol abrasador, lluvias torrenciales y mares agitados. Pasaron muchas noches sin dormir mientras los tiburones daban vueltas e incluso embestían su balsa. Lo más significativo es que se enfrentaron a la perspectiva de morir de hambre ya que la mayor parte de sus raciones fueron destruidas por el agua salada. Las cosas eran terribles, y ellos oraron por la intervención divina.

En las propias palabras del Capitán Eddie, “Cherry”, el piloto, “leyó el oficio de la tarde, y finalizamos con una oración por la liberación y un canto de alabanza. Hubo algunas pláticas, pero fue disminuyendo en el calor abrazador. Con mi sombrero bajo hasta los ojos para mantener fuera el resplandor, me quedé dormido.  Algo aterrizó en mi cabeza. Yo sabía que era una gaviota. No sé cómo lo sabía, pero lo sabía. Todos los demás los sabían también.”

El Capitán Eddie atrapó la gaviota. Comieron lo que pudieron y luego usaron los intestinos como cebo para pescar. Este regalo animó sus esperanzas y les infundió la voluntad de vivir. De hecho, los hombres atribuyeron su supervivencia a esta gaviota solitaria, inusualmente a cientos de milla de la tierra, que parecía ofrecerse como sacrificio.

Por supuesto, el Capitán Eddie nunca lo olvidó. Cada Viernes por la tarde, según cuenta la historia, alrededor de la puesta del sol a lo largo de la costa este de Florida, E.E.U.U., se podía ver a un hombre de la tercera edad caminando, con el cabello castaño, ligeramente encorvado. Su cubeta estaba llena de camarones para alimentar a las gaviotas. Esta era su manera de recordar y dar gracia.

Oremos: Hemos apartado este día, Oh Dios, también para recordar y dar gracias. Nosotros, también, hemos sido bendecidos por tu abundante provisión, por tu bondad y gracia. En agradecimiento, giramos nuestros corazones y vidas hacia ti. Úsanos en los días y semanas venideras para bendecir a otros, y al hacerlo que sea con bendición. Grande es tu fidelidad, Oh Dios nuestro Padre. Grande es tu fidelidad; por medio de Jesucristo. Amén.

Daily Message Author: Joe Albright

Biografía

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