¿Por qué lo Seguiste?
A lo largo de los años, las personas, a menudo, me han preguntado: ¿Cómo supiste que habías sido llamado al ministerio?
No tuve una zarza ardiente como Moisés, ni una visión celestial como Isaías. No escuché la voz del Señor resonando desde el Cielo, “¿A quién enviaré?” No escuché las palabras en voz alta. No. Fue mucho más sutil. Sabía que era mi llamado porque sentí algo muy profundo en mi interior: un tirón en mi corazón, una conmoción en mi alma.
Pero mirando hacia atrás, realmente, lo más importante que todo eso, es que puedo ver que dicho llamado fue en realidad un llamado que comenzó años antes. Ates de ser llamado oficialmente al ministerio a tiempo completo, fui llamado primero, como tú, simplemente a seguir a Jesús. Lo cual, aunque nunca lo había pensado de esta manera, no fue menos una demanda para toda mi vida.
Lo cual también es realmente interesante en cierta manera. Porque nunca nadie me pregunto cómo supe que había sido llamado a la fe; cómo supe que estaba llamado a seguir a Cristo.
¿Cómo supiste que estabas llamado a seguir a Cristo?
Me imagino que algunos de ustedes crecieron en la iglesia (como yo) y tal vez algunos de ustedes sintieron una chispa de fe desde una edad temprana (lo cual yo no sentí). Me imagino que para otros de ustedes puede haber habido un momento posterior en la vida, tal vez en el nacimiento de un niño, o la muerte prematura de un ser querido, o tal vez un momento de adoración o un momento de crisis, en el que sintieron algo muy dentro de ti comenzando a crecer…Una sensación de más allá. Y me imagino que, para otros de ustedes, su sentido de llamado a seguir a Cristo llegó a través de la invitación de otra persona, (¡Ven a visitar nuestra iglesia!), o a través de un acto de compasión o belleza del que fueron testigos.
Me pregunto cómo supiste que estabas llamado a seguir a Cristo…
Pero tal vez una pregunta aún más interesante es ¿por qué aceptaste el llamado? Y ¿Por qué continúas siguiéndolo? Hoy, te invito a reflexionar un poco sobre estas preguntas. Quizás tómese un tiempo para anotar sus respuestas. Y mientras lo haces, que tus reflexiones se conviertan en tu oración.
Oremos: Al mirar retrospectivamente el curso de nuestras vidas, Oh Dios, confiamos en que has estado con nosotros en cada paso del camino. Danos ojos para ver tu mano obrando. Recuérdanos del amor, la sanación, la paz, y la transformación que hemos experimentado. Y llénanos de nuevo de gracia y esperanza. Te lo pedimos en el nombre de Jesús. Amén.
¡Por favor siéntanse libres en compartir este mensaje con familiares y amigos!