Ojalá Rasgaras los Cielos, y Descendieras…
Este pasaje de Isaías se lee a menudo al comienzo del Adviento. Nos lleva de nuevo a la época anterior a Cristo, cuando la comunidad de fe comenzó a buscar señales de un mesías venidero…En el capítulo 64, versículo 1, el profeta comienza con este clamor: “¡Ojalá rasgaras los cielos, y descendieras!…”
Hay una sensación de desesperación…una sensación de anhelo…
Tal vez ustedes sepan cómo es eso cuando miras el mundo que te rodea…el dolor y la angustia de todo lo que está sucediendo en Israel y Gaza…las profundas preocupaciones dentro de nuestro propio país, tal vez incluso preocupaciones dentro de tu propia familia…
¡Ojalá rasgaras los cielos, y descendieras…Arreglar las cosas…traer sanación…traer justicia, traer paz…!
Isaías estaba observando el mundo que lo rodea…y reconoce que el tiempo de Dios no es el nuestro. Él continúa escribiendo:
Desde tiempos antiguos nadie ha escuchado,
ni percibido,
ni ojo alguno ha viso, a un Dios que, como tú,
actúe en favor de quienes en él confían.
Aquí hay una oración por la redención y, al mismo tiempo, un recordatorio de que incluso en la espera Dios está obrando…en el mundo…y en nosotros…En nosotros, porque añade esta notable declaración…Tú eres el Alfarero. Nosotros somos el barro.
Tomo esto como una declaración de esperanza…tal vez incluso el foco de una oración.
Mientras continuamos preparándonos para la Navidad, mientras oramos, anhelamos y esperamos la venida de Cristo, que también podamos confiar. Confiemos en que, incluso ahora, Dios está obrando.
Oremos: Dios de Esperanza, te damos gracias por esta temporada santa y por tu amor por cada uno de nosotros…Moldéanos y fórmanos cada vez más a la imagen de tu Hijo Jesús. Concédenos paciencia, bondad y generosidad. Concédenos ojos para ver tu reino ya en camino. Y concédenos corazones para participar en él. En el nombre de Jesús. Amén.
¡Por favor siéntanse libres en compartir este mensaje con familiares y amigos!