La Gracia Misericordiosa de Dios
El pastor Rob Bell cuanta en uno de sus libros la historia de una ceremonia de boda que ofició en una hermosa tarde de verano. Se celebro en un parque, entre una arboleda, y al final del servicio religioso, la pareja recibió un manojo de globos de helio atados con hilos. Los globos simbolizaban todos los errores que habían cometido en el pasado. Como símbolo de un nuevo comienzo juntos, querían que su primer acto como matrimonio fuera soltar los globos.
Rob escribió esto:
“Salieron de la arboleda hacia un campo contiguo. Solo ellos dos, tomados de la mano, de pie sobre la hierba que les llegaba a las rodillas, intercambiando palabras que solo ellos podían oír. Luego alzaron los globos por encima de sus cabezas y los soltaron. Todos nos quedamos allí de pie, viendo cómo los globos se alejaban flotando hasta que se perdieron de vista. Hay momentos que uno se pregunta si alguna vez olvidarás. Sucesos que se graban a fuego en la conciencia. Ese momento fue uno de esos para mí.”
“Unos años más tarde, su matrimonio se vino abajo. Ella se mudó a una hora de distancia. Él se mudo a otra parte del país. Ellos se divorciaron.”
“Finalizo con esta historia porque la vida es un caos. Llena de angustias. Arriesgada. Las cosas no siempre salen bien. A veces simplemente no salen. A veces todo se desmorona y nos preguntamos si tiene sentido. Pero tengo que creer que podemos recuperarnos de cualquier cosa. Tengo que creer que Dios puede recomponer cualquier cosa, a cualquier persona. Tengo que creer que el Dios en el que Jesús nos invita a confiar es tan bueno como dice ser. Amoroso. Perdonador. Misericordioso. Lleno de gracia. Y tengo que creer que a Dios no se le acaban los globos.”
Hoy oro de nuevo para que aprendas de tus fracasos de la vida y confíes en la gracia misericordiosa de Dios. El Apóstol Pablo nos recuerda que todos hemos fallado, pero por su gracia son justificados gratuitamente mediante la redención que Cristo Jesús efectuó (Romanos 3:23). Al ser perdonados y bendecidos, que busques siempre maneras de compartir estos regalos con un mundo que los necesita desesperadamente.
Oremos: Infunde en nosotros tu gracia, Oh Dios. Empodéranos para volvernos a ti y seguirte de todo corazón. Amén.
¡Por favor siéntanse libres en compartir este mensaje con familiares y amigos!
