Habla Señor…

Habla Señor…

Ayer reflexionamos sobre escuchar la apacible y delicada voz de Dios.

Me resulta interesante la frecuencia con la que, en las Escrituras, cuando Dios llama a alguien, lo llama dos veces: Abraham, Abraham. Moisés, Moisés, Saúl, Saúl. Samuel, Samuel…Es como cuando mis hijas eran pequeñas, intentando llamar mi atención: ¡Papá! ¡Papá! Es casi como si Dios supiera que va a necesitar dos intentos para que lo escuchemos…(A veces se necesitan más de dos, ¿verdad?)

Recuerdo que hace años conocí a una monja católica mayor durante mi estancia en un centro de retiro en Ginebra, Suiza. Dicha mujer había servido en todo el mundo. Ya sabes, esa clase de persona que te atrae – así era ella. Ella tenía esa presencia. Y ella tenía esa forma de hacer sentir a todos los que la conocían como la persona más importante de la sala. Se notaba que realmente se preocupaba por ellos.

Yo estaba allí con un grupo de estudiantes, la mayoría estudiando para ser pastores. Ella nos recordó que el mayor regalo que le puedes dar a una persona es escucharla. No la forma de escuchar que hacen mientras hablas por teléfono o mientras piensas en lo que vas a decir a continuación. Sino escuchar de verdad…

El erudito y pastor presbiteriano Eugene Peterson escribió una vez: «Entras en el alma de otra persona no diciéndole algo, sino escuchándola.» 

Es un regalo maravilloso para obsequiárselo a alguien más. Y como dijo David Augsburger: «Un oído atento es la única señal creíble de un corazón abierto.»

Sé que es cierto con respecto a otras personas, pero es especialmente cierto con respecto a Dios.

En el Primer Libro de Samuel, el joven Samuel se está formando con un sacerdote anciano llamado Elí. Una noche, Dios lo llama, pero Samuel no sabe lo que oye. Entra a despertar a Elí. Y cuando Elí se da cuenta de lo que sucede, le da a Samuel una oración modelo. Le dice: «Samuel, si alguien vuelve a llamarte, dile: Habla, Señor, que tu siervo te escucha…»

Qué oración tan sencilla, pero poderosa.

Habla, Señor, que tu siervo te escucha.

Oremos: Dios de esperanza, nos detenemos ahora mismo por un instante en tu presencia. Ayúdanos a encontrar tiempo a solas contigo. Concédenos oídos y corazones abiertos, para que estemos en sintonía con tu paz y guía; por Cristo nuestro Señor. Amén.

¡Por favor siéntanse libres en compartir este mensaje con familiares y amigos!

Daily Message Author: Joe Albright

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