Entregando la Preocupación
Un joven, recién egresado de la escuela de negocios, respondió a un anunció en donde buscaban contratar a un contador. Le dieron la oportunidad de una entrevista de trabajo, y se entrevistó con un hombre de negocios muy nervioso que dirigía un pequeño negocio que él mismo había creado.
“Yo necesito a alguien con un título en contabilidad,” dijo el empresario. “Pero principalmente, estoy buscando a alguien que se ocupe de mis preocupaciones.”
“¿Disculpe?” dijo el contador.
“Yo me preocupo por muchas cosas,” dijo el empresario. “Pero no quiero tener que preocuparme por el dinero. Tu trabajo será de quitarme todas las preocupaciones de mi espalda.” “Ya veo,” dijo el contador. “¿Y cuánto es la remuneración del trabajo?”
“Empezarás devengando ochenta mil,” dijo el empresario.
“¡Ochenta mil dólares!”, Exclamó el contador. “¿Cómo un negocio tan pequeño puede pagar una suma así?”
“Eso,” dijo el empresario, “es tu primera preocupación.”
¿Puedes imaginarlo? ¡No sería genial si pudiéramos simplemente pagarle a alguien para que se ocupe de nuestras preocupaciones!
De hecho, escuché a un consultor financiero decir que la mejor práctica para lidiar con las preocupaciones es de programar un tiempo establecido durante el día solo para eso. Destina 15-20 minutos cada día en tu calendario para que sea tu tiempo para preocupaciones. Luego, durante el transcurso del día – o de la noche – cuando surjan preocupaciones, simplemente escríbelas y guárdalas para el tiempo asignado para las preocupaciones. Nueve de cada diez veces, ¡no se sentirán tan complicadas cuando vuelvas a pensar en ellas!
El apóstol Pablo ofrece una prescripción diferente. Él escribió: “No se inquieten por nada; más bien, en toda ocasión, con oración y ruego, preséntenle sus peticiones a Dios y denle gracias. Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, cuidará sus corazones y sus pensamientos en Cristo Jesús.”
Si programas un “tiempo de preocupación,” quizás podrías combinarlo con el tiempo de oración.
Oremos: Dios Amoroso, todos venimos llevando cargas, preocupaciones e inquietudes. Muchos de estos no podemos hacer nada al respecto. Nosotros, en este momento, te lo entregamos a ti – pidiéndote que los saques de nuestros corazones y mentes. Estamos agradecidos por tu misericordia y gracia. Que podamos conocer tu paz. Amén.
¡Por favor siéntanse libres en compartir este mensaje con familiares y amigos!