En la Vida Cotidiana
Cada año en nuestra iglesia volvemos a contar la historia de la Navidad. A veces se vuelve tan familiar, incluso pintoresco, que perdemos de vista lo difícil que era. Pero, las dificultades de dicho momento revelan mucho.
En la historia, aprendemos que Jesús nació en un país devastado por la guerra, invadido por el Imperio Romano. Aprendemos sobre José, quien tuvo que emprender un viaje peligroso para un censo. Aprendemos sobre María, que era joven, soltera y embarazada. Aprendemos que cuando nace Jesús, lo acuestan en un pesebre – que en realidad no es más que un comedero. Entonces, en medio de la incertidumbre, la necesidad desesperada, y el conflicto de a vida cotidiana – Dios vino. Y, ahí es donde Dios sigue viniendo – incluso hoy.
Si alguna vez se ha preguntado por qué las personas construyen casas para los necesitados, por qué las iglesias abren sus templos para personas sin hogar, por qué dedicamos tanto tiempo y energía administrando la palabra a los niños, los ancianos, los enfermos, los perdidos y los solitarios…es porque, a través del nacimiento de dicho niño en un pesebre, Dios nos ha invitado a seguirlo al quebrantamiento del mundo.
Lo que es realmente sorprendente es que a medida que lo seguimos, encontramos a Dios presente en nuestro propio quebrantamiento – ¡sanando, rendimiento y trayendo nueva vida!
“No tengan miedo. Miren que les traigo buenas noticias que serán motivo de mucha alegría para todo el pueblo. Hoy les ha nacido en la ciudad de David un Salvador, que es Cristo el Señor. Esto les servirá de señal: Encontrarán a un niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre.”
Oremos: En este Día Santo, en la víspera del nacimiento de tu hijo, Señor Dios, te adoramos, te alzamos, te alabamos. Hoy recordamos que la Navidad se trata de un nacimiento. Es un comienzo, un nuevo comienzo. Vemos que la luz se apodera de las tinieblas, y por eso tenemos esperanza y por eso te seguimos. Llena a cada uno de nosotros, en este día, con el misterio de tu Palabra hecha vida hasta que nuestro corazón se desborde de alabanza y alegría. Te lo pedimos en el nombre de Jesús. Amén.
¡Por favor siéntanse libres en compartir este mensaje con familiares y amigos!