Aprendiendo del Fracaso
Ayer planteamos la pregunta: ¿Qué hacemos con nuestros fracasos?
Me imagino que todos tenemos esos momentos en los que la vida no sale como esperábamos. Quizás no cumplimos nuestras expectativas. Quizás se nos da la oportunidad de hacer lo correcto y no lo hacemos.
Algunas personas simplemente repiten los mismos errores una y otra vez porque no pueden admitir que cometieron un error. (¡Probablemente no conozcas a nadie así!) Otros no creen que puedan cambiar jamás o no piden la ayuda que necesitan. Otras, de alguna manera, siguen creyendo que son malas personas, y que el fracaso puede generar autodesprecio o una culpa tremenda que las lleva a cometer los mismos errores una y otra vez.
Nunca olvidaré que hace años un joven me dijo: “Joe, lo que hice fue muy malo. Casi todas las mañanas ni siquiera soporto mirarme al espejo.”
Entonces, ¿dejamos que nuestros fracasos nos definan? ¿Tienen el veredicto final?
Cuando reflexiono sobre los fracasos de mi vida, cosas de las que realmente me arrepiento, he cometido errores de obra – cosas que hice que lastimaron a otros y que desearía poder deshacer. Ha habido muchos más errores de omisión, cosas que debí haber hecho o dicho, personas a las que podría haber ayudado, pero no lo hice. Y es doloroso incluso pensarlo…
Sin embargo, cada vez soy más consciente de que si prestamos atención, si reconocemos nuestros errores y no culpamos a otros, nuestros fracasos tienen mucho que enseñarnos. Nuestros fracasos pueden convertirse en fuentes de enorme compasión, fortaleza y determinación. Compasión porque fracasar nos hace humildes. Es difícil juzgar y ser hipercríticos con los demás cuando nos damos cuenta de que todos necesitamos la gracia de Dios.
Pero también fortaleza…Hay una frase en el libro de Earnest Hemingway, Adiós a las Armas, que me ha marcado durante muchos años. Hemmingway escribió: “El mundo quebranta a todos. Y muchos son fuertes en esos lugares quebrantados.” Lo cierto es que nos caemos mucho. Y cuando nuestras heridas sanan, tenemos el potencial de salir de ellas mucho más sabios, amables y fuertes. Y con determinación.
Que aprendas de tus fracasos en la vida. Que te fortalezcas en los lugares quebrantados. Que vuelvas y uses tu fuerza para fortalecer a otros. Y que sepas en lo más profundo de tu ser que Dios nunca te abandona.
Oremos: Infunde en nosotros tu gracia, Oh Dios. Empodéranos para volvernos a ti y seguirte de todo corazón. Amén.
¡Por favor siéntanse libres en compartir este mensaje con familiares y amigos!
