Enojarse, Pero…
En Efesios, capítulo 4:25, Pablo escribe: «Si se enojan, no pequen…»
Es una línea muy fina, ¿verdad?
El otro día escuchaba una entrevista en podcast con Sylvia Boorstein y ella dijo: «Recuerdo a mi padre, que ya no está, oyéndome enseñar sobre cómo transformar la ira en algo útil en el mundo; en hacer algo. Y él decía: Necesito mi ira, Sylvia. Me motiva a hacer todo el activismo que hago. Y yo le decía: Bueno, sí la necesitas, papá. La necesitas solo para que te alerte sobre lo que necesita atención. Pero no tienes que llevarla contigo…Y, de hecho, si sigues alimentando la llama de la ira, confunde la mente y…no responderás con la sabiduría que deberías».
Hay momentos en los que deberíamos estar enojados. Y, sin duda, hay cosas por las que deberías estarlo. (El hecho de que haya niños hambrientos en nuestro país rico sería una de ellas.) El enojo es una emoción dada por Dios, e incluso Jesús se enojó. Pero cómo canalizamos nuestra ira marca la diferencia.
Viktor Frankl tiene una gran cita. Él dijo: «Entre el estímulo y la respuesta hay un espacio. En ese espacio reside nuestro poder para elegir nuestra respuesta. En nuestra respuesta residen nuestro crecimiento y nuestra libertad».
Entre el momento en que algo sucede y el momento en que respondemos, hay un espacio. Cuanto más larga sea la pausa, mayor será el espacio. En ese espacio reside nuestro poder de elección. Cuanto más larga sea la pausa, mayor será nuestro poder…mayor será nuestra capacidad de decidir, ¿vale la pena involucrarme en esto? O ¿es algo que simplemente debería dejar pasar? Y si quiero involucrarme sabiamente, ¿cómo debo hacerlo sin empeorar las cosas?
Todos deben estar listos para escuchar, y ser lentos para hablar y para enojarse. (Santiago 1:19). Que seamos personas que hacen una pausa para ver con más claridad cuándo soltar y cuando actuar con sabiduría.
Oremos: Dios de Gracia, te damos gracias por tu amor por nosotros y por el mundo que nos rodea. No tenemos que ir muy lejos para ver la gran necesidad que existe. Oramos hoy por la sanación para nosotros y para los demás. Cuando el enojo surja en nosotros, ayúdanos a hacer una pausa y danos la sabiduría para responder con gracia. Que siempre reflejemos tu amor en todo lo que hacemos y decimos. En el nombre de Jesús, Amén.
¡Por favor siéntanse libres en compartir este mensaje con familiares y amigos!
