La Oscuridad No Prevalecerá
Hace muchos años, en la Escuela Dominical, por la mañana, un amigo compartió con nuestra clase, de forma muy honesta, acerca de cómo se había desmoronado la relación con su esposa. Él nos dijo que había un momento en particular cuando él y su esposa estaban discutiendo, y en medio de dicha discusión, él dijo algunas cosas que eran simplemente horribles. Y en el momento en que las palabras salieron de su boca, ella exploto en lágrimas y él supo que estaba equivocado. Él dijo: “Sé que no puedo salvar mi matrimonio, pero haría cualquier cosa, cualquier cosa si pudiera retirar dichas palabras.”
Mi amigo no era una mala persona. Pero él tuvo un mal momento. Creo que todos hemos tenido esos momentos en que nos damos cuenta de que hay un sentimiento en el que no somos perfectos. Estoy quebrantado. Y este quebrantamiento no está sólo en el mundo que me rodea, también está en mí.
Es tan cierto. Como está escrito en el libro de Romanos (3:23), “…pues todos han pecado y están privados de la gloria de Dios.” Sin embargo, las sagradas escrituras afirman que el pecado no tiene la última palabra. El dolor y el quebrantamiento no tienen la última palabra. A lo largo de las escrituras encontramos un hermoso cuadro de un Dios que está obrando, incluso ahora, para sanar y redimir; aceptando al quebrantado, al herido, y a los pecadores y transformándolo en algo bueno y nuevo.
T.S. Eliot en una ocasión escribió:
Siempre habrá la Iglesia
Y el mundo;
Y el corazón del hombre;
Estremecimiento y emoción entre
Ellos, eligiendo y elegido,
Valiente, deshonorable, oscuro y lleno de luz;
Oscilando entre la Puerta del Infierno y la Puerta del Cielo.
Y las Puertas del Infierno no prevalecerán.
La oscuridad ahora, luego la luz.
Oremos: Dios misericordioso, tú sabes cómo luchamos, entre la esperanza y la desesperación, la bondad y el pecado, el amor y el odio. Te agradecemos el día de hoy por tu gracia, por tu perdón, y por la esperanza de que tú haces nuevas todas las cosas. Haznos nuevos, este día, para que vivamos en la plenitud de tu alegría y amor. Oramos en el nombre de Jesús. Amén.
¡Por favor siéntanse libres en compartir este mensaje con familiares y amigos!