Gracia
Una mujer y su abuela estaban sentadas en su porche hablando sobre un miembro de la familia. “Él simplemente no es bueno,” dijo la joven. “Él es completamente poco confiable, y sin mencionar que es perezoso.” “Sí, él es malo,” dijo la abuela, mientras se mecía es su mecedora, “pero Jesús lo ama.”
“No estoy segura de eso,” insistió la joven. “Oh, sí,” aseguro la anciana. “Jesús lo ama.” Ella se meció y pensó por unos minutos más y luego agregó: “Por supuesto, Jesús no lo conoce como nosotros.”
Por supuesto, Jesús lo conoce mejor que nadie – y Jesús lo ama de todos modos. De la misma manera que Jesús nos conoce – y nos ama de todos modos. Esto se llama gracia. Y entender que la gracia es esencial para entender a Dios.
A lo largo de las Sagradas Escrituras, se nos recuerda que, al pie de la cruz, todos estamos en el mismo nivel de igualdad. Dios no muestra parcialidad: rico/pobre, negro/blanco, Mexicano, Asiático, Estadounidense…La verdad es que todos necesitamos la gracia de Dios. Y no hay uno de nosotros que no sea visto a los ojos de Dios como un hijo amado.
Esto está en el corazón mismo de nuestra fe. Y, sin embargo, hay una tendencia humana a juzgar a las personas. Quién está dentro, quién está afuera…quién es aceptable… quién es digno… quien es digno de nuestra compañía, de nuestra compasión, de nuestro amor, de nuestra ayuda…
El poeta y pacificador irlandés, Padraig O Tunama, me deja bien claro este punto. Él dijo: “Sí. Me encanta orar. Como un sacerdote francés, pedir. Lo que me encanta de esa palabra es que no requiere creer. Solo requiere el reconocimiento de la necesidad. Y creo que el reconocimiento de la necesidad es algo que nos lleva a un lenguaje profundo y común sobre lo que significa ser humano. Y si no estás en la situación en la que reconoces la necesidad, bueno, entonces tienes suerte. Pero lo tendrás.”
Todos sabemos lo que es estar necesitado, necesitado de sanación, necesitado de perdón, necesitado de amor. Cada uno de nosotros…
Es en nuestra humanidad compartida, y en nuestro reconocimiento común de nuestra necesidad, que comenzamos a comprender la gracia de Dios.
Oremos: “Dios Santo, reconocemos que a veces es difícil amar a las personas que son diferentes a nosotros. Pero confiamos en que tu amor se extienda a todos. Te agradecemos por esta gracia y te pedimos simplemente que suavices nuestros corazones para que todos podamos aceptar y responder a dicho amor. Lo pedimos en el nombre de Jesús. Amén.
¡Por favor siéntanse libres en compartir este mensaje con familiares y amigos!