Pacificador
Ayer, mi mensaje fue sobre la paz, y el tema se ha quedado en mi corazón.
El otro día, estuve escuchando a Katherine. Ella es una científica atmosférica que trabaja con el cambio climático, y es Cristiana evangélica. Ella es un puente entre dos mundos. En muchos sentidos, ella es una pacificadora.
Ella dijo que, en su experiencia, hablando con personas de todo el país, la emoción número uno hoy en día en el discurso público es el miedo…Y el miedo es una emoción primaria, por lo que, a menudo, se superpone con la ira o la frustración…juzgamiento, o tratando de controlar.” Pero lo que hay debajo de esa ira es a menudo un miedo a la pérdida.
Ella continuó compartiendo con su audiencia que su versículo favorito de la Biblia en la Segunda Carta a Timoteo: “Pues Dios no nos ha dado un espíritu de timidez, sino de poder, de amor…” Y ella dijo, “…cuando venga ese temor contra mí, cuando ese miedo venga contra nosotros, tengo una prueba de fuego: Que ese miedo no viene de Dios. Y si no viene de Dios, ¿Por qué quiero entretenerlo? ¿Por qué quiero sucumbir a ella? ¿Por qué quiero ceder a eso?”
Dios no nos ha dado un espíritu de timidez, sino de amor…
El problema es que, al menos para mí, no siempre sé que es el miedo lo que me impulsa. Así que tal vez en esos momentos, cuando me encuentro reaccionando, o sintiéndome enojado o enfurecido, vale la pena dar un paso atrás…recuperar mi aliento…tal vez apartarme de toda la situación. Tal vez valga la pena preguntarme a mí mismo, ¿De dónde viene esta ira? ¿Qué es lo que lo está impulsando? ¿Es esto miedo? (Entonces no es de Dios). Si no es miedo, ¿qué es?
Y luego, para dar un paso más, aunque pueda estar sintiendo esta ira o esta frustración, esta ofensa, ¿Seré capaz de estar a la altura de mi llamado superior? ¿Seré capaz de abstenerme no sólo de la violencia de puño y lengua sino también de corazón? Si hay un problema real, ¿Existen formas constructivas de enfrentarlo, sin agresión ni violencia?
Jesús dijo una vez: “Dichosos los que trabajan por la paz, porque serán llamados hijos de Dios.” (Mateo 5)
Mi oración sigue siendo que tú y yo, como seguidores de Cristo, dejemos de lado nuestro miedo y prestemos atención a su llamado.
Oremos: Dios de amor, has prometido un reino venidero donde abundará tu paz. Quereos unirnos a ti para traer este reino. Oro hoy para que puedas traer sanación, esperanza y plenitud a cada una de nuestras vidas. Encuéntranos en nuestra necesidad. Y luego, Señor, obra en nosotros y a través de nosotros. Te lo pedimos en el nombre de Jesús. Amén.
¡Por favor siéntanse libres en compartir este mensaje con familiares y amigos!