No es Como Empezamos, Sino Como Terminamos
En el evangelio de Mateo (21:28-32), Jesús cuenta una parábola sobre dos hijos. El padre le pide al primer hijo que vaya al viñedo a trabajar. El hijo respondió sin titubeos, “No quiero, Señor. No lo voy a hacer.” Pero después se arrepintió y se puso a trabajar.
El padre se acerca al segundo hijo y le dice: “Necesito que vayas al viñedo a trabajar.” Este hijo respondió: “Claro que sí, papá, ¡voy a estar allí!” Pero al final no llega.
Jesús preguntó a los principales sacerdotes y a los ancianos: ¿Cuál de estos dos hizo la voluntad de su padre?
La respuesta por supuesto es obvia, y las autoridades religiosas respondieron correctamente, eligiendo al primer hijo. Pero luego, en este hábil movimiento zen, Jesús rápidamente le da la vuelta a esto diciendo: “Les aseguro que los recaudadores de impuestos y las prostitutas van delante de ustedes hacia el reino de Dios.”
Recaudadores de impuestos y prostitutas – dos de los grupos más despreciados en esos tiempos – entrando al reino de Dios antes que los pastores y ancianos…
Jesús sigue explicando. Porque Juan (el Bautista) fue enviado a ustedes a señalarles el camino de la justicia, y no le creyeron…Peros estas personas cuyas vidas estaban en ruinas, creyeron…se dirigieron a Dios…y lo siguieron…
Aparentemente, no es cómo comienzas, sino cómo terminas es lo que cuenta. Hace poco escuché una parte de la charla TED (TED significa Tecnología, Entretenimiento y Diseño) que dio Billy Graham hace muchos años. Él les estaba hablando a una sala llena de personas de diferentes religiones e incluso algunos ateos. Él habló sobre las preguntas que había recibido de estudiantes universitarios en países de todo el mundo, y relató que un estudiante le preguntó: “Reverendo Graham, ¿Cuál ha sido tu mayor sorpresa en la vida?” Él respondió: “Mi mayor sorpresa en la vida es su brevedad.”
Es cierto que cuando somos jóvenes parecemos invencibles. Se siente como si la vida continuará indefinidamente. Pero a medida que maduramos y envejecemos, rápidamente nos damos cuenta de lo fugaz que es. El Salmista nos recuerda que nuestros días son como un soplo (Salmo 39 y 144).
Cuando recordamos que estamos aquí por poco tiempo, surge la pregunta tanto de la eternidad como de lo que estamos dejando atrás. ¿Hemos hecho contribuciones para hacer de este mundo un lugar mejor? ¿Las personas que nos rodean sabrán nuestro amor por ellos? ¿Hemos aceptado la gracia y el amor de Dios por nosotros? Y ¿Eso está marcando una diferencia en la forma que vivimos?
Oremos: Dios amoroso, en el tiempo que se nos ha dado aquí en la tierra, ayúdanos a amar más intensamente, a dar con más generosidad, y a abrir nuestros corazones más ampliamente, para construir puentes y difundir la esperanza. Te lo pedimos en el nombre de Jesús. Amén.