Viernes Santo
Jim Elliot fue un misionero que fue asesinado por una tribu de Indios Auca, en Ecuador, a finales de 1950. A raíz de su muerte, la viuda de Jim, Elisabeth Elliot, sintió que Dios la llamaba para mudarse a Ecuador para continuar el trabajo de Jim entre los Aucas. Ella escuchó el llamado de Dios – a pesar de todos sus temores y posible resentimiento. Y durante muchos años, ella llevó a cabo un hermoso ministerio allí entre los Aucas – demostrando el amor de Cristo con su vida.
Más tarde, reflexionando sobre todo esto, Elisabeth Elliot escribió:
Sólo en la aceptación está la paz, no en la resignación ni en estar ocupados.
La resignación es rendirse al destino.
La aceptación es entregarse a Dios.
La resignación descansa tranquilamente en un universo vacío.
La aceptación se levanta para encontrar al Dios que llena ese universo con propósito y destino.
La resignación dice, “todo ha terminado para mí.”
La aceptación pregunta: “Ahora que estoy aquí, ¿Qué sigue Señor?”
La resignación dice, “Qué desperdicio.”
La aceptación pregunta, “¿De qué manera redentora vas a usar estos líos, Señor?
Yo estoy inspirado por su historia. En este Viernes Santo, mientras esperamos entre la cruz y la resurrección, que nosotros también podamos rendir nuestras vidas en la confianza a Dios que redimirá y volverá a sanarnos de nuevo.
Oremos: Te damos las gracias, Oh Dios, por personas como Elisabeth y Jim Elliot, personas que dan sus propias vidas para mostrar tu amor, misericordia y gracia. Ayúdanos también a levantarnos para responder audazmente a tu llamado; confiar en que tienes un plan para nosotros; y vivir de tal manera que tu gracia redentora brille a través de nosotros. En medio de las tinieblas del mundo, tu luz de resurrección se está abriendo paso. ¡Gracias Señor! Amén
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