Ven a Mi
Yo estaba en un vuelo de regreso de Texas, hace algunos años, y me puse a leer una de las revistas de la aerolínea. Había un artículo sobre un profesor de Harvard que comenzó a impartir una clase de Psicología basada en la Felicidad. Se convirtió en una de las clases más populares de la Universidad. Me sorprendió lo mucho que su enseñanza se alineaba con la antigua sabiduría bíblica.
Además de cubrir la importancia de cultivar la gratitud, la generosidad y la amistad, el profesor abordó la naturaleza destructiva de la preocupación. En su trabajo de consultoría, anima a los ejecutivos que luchan con esto, de programar en sus agendas un tiempo para preocuparse. 30 minutos a una hora es suficiente. Su consejo es el siguiente: Si te encuentras preocupándote durante el día, escríbelo y regresa a revisarlo durante el tiempo programado en tu agenda. Nueve de cada diez veces cuando regreses a revisarlo, no será tan desalentador.
El Apóstol Pablo tiene algo que añadir a este consejo. A la iglesia en Filipos les escribió: “No se inquieten por nada; más bien, en toda ocasión, con oración y ruego, presenten sus peticiones a Dios y denle gracias.”
En otras palabras, hay que dejar que la preocupación propicie la oración. Si comienzas a preocuparte, eso es una buena indicación de que Dios quiere hablar. Si programas un tiempo para las preocupaciones, hazlo un momento de oración. Permite que tus preocupaciones sean del conocimiento de Dios.
Pablo continúa diciendo en ese mismo versículo: “Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, cuidará sus corazones y sus pensamientos en Cristo Jesús.”
Oremos: Recordamos que Jesús dijo, “Venid a mí todos los que estáis cansados y cargados de pesadas cargas, y yo os daré descanso.” Te damos las gracias, Oh Dios, por la invitación. Y te agradecemos tu presencia con nosotros – incluso en este momento. Te ofrecemos nuestras cargas, nuestras preocupaciones, nuestras ansiedades y pedimos que, al levantarlos de nosotros, nos llenes con tu paz.
Oramos hoy especialmente por aquellos que necesitan tu protección y gracia: por los hombre, mujeres y familias en el ejército, por maestros y enfermeras, por oficiales de policía y bomberos, y por todos aquellos que dan por el bien de los demás. Te pedimos tu bendición; en el nombre de Jesús. Amén.
¡Por favor siéntanse libres en compartir este mensaje con familiares y amigos!