Una Fe Honesta

Amo al profeta Jeremías. Él se presenta muy humanamente. Él discute con Dios, él alaba a Dios, él llora y él se regocija – ¡a veces todo en cuestión de un solo día! De hecho, en el capítulo 20, en el lapso de tres versos, él acusa a Dios, canta alabanzas a Dios, y maldice el día en que nació. Su fe no puede ser descrita como “sólida” o “inquebrantable,” pero puede ser descrita como “honesta.”

En mi experiencia, muy pocas personas tienen una fe sólida e inquebrantable. La mayoría de nosotros tenemos flujos y reflujos. Experimentamos altos y bajos. Circunstancias en la vida que nos alejan de Dios y en otras ocasiones nos acercan. Algunas personas se sienten culpables por esto – pero puede ser útil recordar que no estamos solos. ¡Casi todos los personajes de la Biblia comparten esta misma experiencia!

La verdad es que una fe bíblica es una fe honesta, una fe que tiene espacio para expresar ira y duda, angustia y aflicción, así como alegría y alabanza. Al igual que el profeta Jeremías, ¡que puedas tener esta clase de fe!

Nuestra oración es del Salmo 22. Oremos: Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado? Lejos estás para salvarme, lejos de mis palabras de lamento. Dios mío, clamo de día y no respondes; clamo de noche y no hallo reposo.

Pero tú eres santo, tú eres rey, ¡tú eres la alabanza de Israel. En ti confiaron nuestros padres; confiaron, y tú los libraste; a ti clamaron, y tú los salvaste; se apoyaron en ti, y no los defraudaste. Confiamos en ti otra vez en este día, Oh Dios. Ven pronto y sálvanos. Amén.

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