Un Regalo y una Guía
Recuerdo haber escuchado a un pastor ofrecer un sermón para niños una mañana. Trajo el libro de reglas de un juego de mesa. Y dijo que la Biblia es así, una especia de libro de reglas. La analogía no me sentó bien. Se sentía como si estuviera minimizando la Biblia.
Las escrituras fueron escritas por personas que nos dicen que su fe marca la diferencia – que el Dios al que adoran marca la diferencia. Ellos nos recuerdan que Dios no está simplemente allá arriba en alguna parte, distante de la realidad, sino que Dios está aquí. E incluso, en medio de toda la violencia y el desorden, Dios tiene un plan y un propósito. Cuando leemos las Escrituras, recordamos que nuestras historias están arraigadas en una historia más grande – una historia de creación y recreación, esperanza y salvación.
Espero que en tu vida podas tomar el tiempo para leer la Biblia. Quiero que sea algo más que un libro para ti que esté ubicada en un estante o en un banco de la iglesia. Yo quiero que lo abras, lo leas, lo absorbas para que puedas experimentarlo de una manera que ilumine, guíe y traiga esperanza al corazón.
Cuando leas, trate de encontrar un lugar tranquilo para comenzar. Puedes centrarte con algunas respiraciones profundas mientras tratas de ser consciente de la presencia de Cristo en ti y a tu alrededor. Luego vuelve al pasaje bíblico como una carta en la mano, y comience a leer lentamente, haciendo pausas entre frases y oraciones.
La pregunta es esta: Espíritu Santo, ¿Qué me estás tratando de decir a través de estas palabras? ¿Qué en mi vida en este momento necesita escuchar esta palabra? Permite que la lectura te lleve a la adoración.
¿Qué resuena? Deja que esa palabra o frase se quede contigo. Dale vueltas y vueltas en tu mente. ¿Qué te desafía? No lo descartes. Deja que el reto se mantenga contigo. Mientras lo haces, que llegues a ver que la Biblia no es un libro de reglas, sino más bien un regalo y una guía. Y, que encuentres que lo que dice el Salmista es verdad:
Tu palabra es una lámpara a mis pies.
– Salmos 119:105
Oremos: Dios misericordioso, queremos saber de ti. Anhelamos tu guía. Anhelamos la sanación y la plenitud. Anhelamos un sentido más profundo de tu presencia y paz. Te anhelamos…Te pedimos que te reúnas con nosotros en tu Palabra a través del don de tu Espíritu. Amén.
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