Un Regalo Sencillo
Durante los últimos días he estado reflexionando sobre la hospitalidad.
Recuerdo a una monja mayor que conocí hace años y que había prestado servicios en todo el mundo. La conocí en un Centro de Retiro Católico en Europa, y me sentí inmediatamente atraído a ella. Tenía una presencia especial y tomaba el tiempo necesario para conocer personalmente a cada huésped. Ella tenía curiosidad sobre nosotros y se notaba que estaba interesada.
Yo estaba allí con un grupo de estudiantes, la mayoría de nosotros estudiando para ser pastores. Ella nos recordó que el mayor regalo que podemos hacerle a otra persona es escucharla. No el tipo de escucha que hacemos mientras estamos afinando nuestra propia opinión o mientras pensamos en lo que vamos a decir a continuación, sino ser una presencia que no juzga, ser generosos con nuestra escucha, generosos con nuestra compresión. Si podemos hacer eso con aquellos que son diferentes a nosotros, o que pueden ver el mundo de manera diferente, es un verdadero regalo.
En una entrevista, escuché al filósofo John O´Donohue afirmar que en el espíritu de todos hay un hambre de ser vistos, amados y aceptamos tal como somos, sin ser juzgados. Pero hoy en día nos ofrecemos cada vez menos estos espacios. Hemos llegado al punto de que estamos hambrientos de comunidad…
Hay muchas oportunidades incluso para un poco de hospitalidad.
Oremos: Señor Jesús, danos ojos para verte en los ojos de los demás. Que podamos cuidarlos como tú cuidas de nosotros. Amén.
¡Por favor siéntanse libres en compartir este mensaje con familiares y amigos!