Todos Están Invitados

Cuán bendecidos somos de que Dios no solo llame a los más santos entre nosotros. “Jesús vio a un hombre llamado Mateo sentado en la taquilla de impuestos y le dijo: “Sígueme.” Y él se levantó y lo siguió. Mateo era un recaudador de impuestos odiado apostado en las principales vías, cobrando impuestos sobre los bienes transportados por granjeros y comerciantes; un tipo del lugar – un compañero Judío, nada menos – que accedió a hacer el trabajo sucio del gobierno Romano, que cobraba más de lo que se le debía a los romanos y se embolsaba la diferencia. ¿Qué pasa con este tipo elegido por Jesús? Y ¿Por qué Mateo dejó tan abruptamente una vida de riqueza y seguridad? Bueno, esta es mi suposición. Creo que Mateo ya no podía soportar más robar y engañar a sus hermanos. Que su corazón estaba listo para otra cosa. Que vio a Jesús mirándolo de una manera en que nadie lo había mirado antes – No con disgusto y odio, sino con amor y compasión. Mateo miró a Jesús a los ojos y lo vio mirando más allá de la fealdad moral y directamente en su alma. Mateo sabía allí mismo que fue perdonado, aceptado y…amado. Él sabía que podía trascender su antiguo ser y hacer una nueva vida que importara – para él y para los demás que conocería en este nuevo viaje. Y, mis amigos, Dios y Jesús quieren hacer exactamente lo mismo para ustedes, sin importar dónde se encuentren en su viaje y sin importar lo que hayan hecho en el camino.

Oremos:

Dios de esperanza, amor y compasión, escúchanos cuando te llamamos. Perdónanos nuestras transgresiones y llena nuestros corazones con el conocimiento de tu incomprensible amor por nosotros. Ayúdanos a dejar a un lado nuestras cargas del pasado y avanzar hacia un futuro nuevo y mejor, manteniéndote siempre ante nosotros. Por esto, y las bendiciones desconocidas que vendrán, te damos las gracias. Amén.

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