Tiempos de Prueba
Cada año, durante la temporada de Cuaresma, leemos las escrituras acerca de Jesús siendo llevado al desierto para un tiempo de prueba. Nunca entendí bien por qué su ministerio tuvo que comenzar de esa manera. Pero es un aspecto de la vida, ¿verdad que sí?…De vez en cuando, todos enfrentamos pruebas y tentaciones que realmente ponen a prueba nuestro carácter.
En el Evangelio de Mateo (capítulo 4), leemos que mientras estaba en el desierto, Jesús fue tentado por el diablo. En la antigua teología Judía, el diablo no era un pequeño personaje rojo con cuernos en la cabeza que bailaba diciendo: “¡Muy crujiente! Te vas a quemar.” No. El diablo era en cierto sentido la personificación de las fuerzas del mal.
Es interesante. La palabra diablo se desprende de la palabra base diablien – dividir. El diablo, en el pensamiento bíblico, es esa fuerza que trata de separar a las personas de Dios y alejarlas entre sí.
Independientemente de cómo quieras entender al diablo, no hay duda de que hay fuerzas obrando en el mundo que están más allá de nosotros. Piensa en cómo un espíritu de codicia parece establecerse casi como una cultura dentro de una corporación – o un individuo. El odio puede parecer que simplemente se apodera de una persona o un grupo de personas. Los espíritus de adicción, cinismo o indiferencia pueden ser casi imposibles de sacudir. No creo en el viejo cliché: “el diablo me obligó a hacerlo. Pero no hay duda de que esas fuerzas son reales…y son poderosas.
Si vamos a mirar hacia Jesús, a través de cada momento de prueba, vemos una total dependencia de Dios. En el desierto, él ayuna y se apoya en las escrituras – se apoya en lo que sabe que es verdad acerca de Dios. Incluso al final de su ministerio en el jardín, lo encontramos en una postura de oración.
Mi oración de hoy es esta: Cuanto te encuentres en medio del desierto; en medio de las fuerzas de la oscuridad que prometen una cosa – pero que nunca pueden cumplir; en medio de las pruebas y tentaciones, diríjanse a Dios. Que dependas en Dios. Y que te apoyes en lo que sabes que es verdad acerca de Dios. Y mientras lo haces, que también encuentres valor y la fuerza, y la esperanza que viene de más allá de ti.
Oremos: Dios de Gracia, mientras continuamos este viaje de Cuaresma, acércanos más y más a ti. Te damos nuestros corazones y vidas de nuevo este día. En el nombre de Jesús. Amén.
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