Sin Pecado No Más
¿Alguna vez te has preguntado por qué oramos sobre nuestros pecados todos los domingos? Puede parecer algo sombrío, incluso un ejercicio inútil de odio propio y revolcarnos en él. Pero no es por eso por lo que confesamos nuestros pecados juntos cada semana. Confesamos nuestros pecados para ser honestos con Dios, para ser honestos el uno con el otro. También lo hacemos para mostrar valor. Así es como el predicador Tom Long lo expone en su libro Testimonio. Él escribió: ¿Qué se requiere en la confesión del pecado? Primero, está el valor de la memoria, la tendencia es de esconder la verdad, incluso de nosotros mismos. Cuando los Cristianos confiesan sus pecados, estamos modelando formas de memoria valiente.”
Podría decir que hemos sido testigos de un maravilloso mes de “esquivar la verdad” pero eso no sería verdad. ¡Cualquier mes que elijamos sería tal mes! Observamos a los líderes decir “No puedo recordar” o incluso “Me apego a mi derecho de guardar silencio.” Tenemos amigos que nos dicen: “No recuerdo haberte hecho eso.” Tenemos familiares que se niegan a confesar que podrían habernos lastimado o perjudicado alguna vez.
Cuando somos lo suficientemente valientes no solo para reconocer nuestro pecado sino también para confesarlo, le estamos diciendo al mundo que, como Cristianos, podemos tener más valor que miedo. Somos testigos para los demás que confiamos en la gracia y la misericordia de Dios y que eso es más importante para nosotros que cualquier crítica que podamos experimentar por lo que hemos hecho; que la gracia y la misericordia de Dios definen quiénes somos muchos más que nuestros pecados.
No necesitamos ser el tipo de personas que no recuerdan nada. Podemos ser las personas que dicen con valor: “Confío en el Salvador que perdona mucho más de lo que temo el pecado que he cometido.” Necesitamos el recordatorio, una y otra vez, de que Jesús gobierna nuestras vidas, no nuestras ofensas. Es por eso por lo que oramos sobre nuestros pecados todos los domingos.
Oremos: Jesús, confieso mis pecados. Hay cosas que he hecho que no te han honrado ni han honrado el regalo de vida. Te ofrezco esos pecados. Me aparto de ellos. Te pido que me des valor para vivir de tu amor y no de estos pecados.
¡Por favor siéntanse libres en compartir este mensaje con familiares y amigos!