Repensar una Práctica Antigua
En mi tradición, la importancia del ayuno ha caído silenciosamente a lo largo del camino. Una vez fue fundamental para la vida de la fe. A veces se usaba como un medio de arrepentimiento. Pero a menudo, se realizaba el ayuno para prepararse a escuchar a Dios, y recibir fuerza y valor para el servicio. Si piensas en ello, la mayoría de los grandes líderes espirituales de la historia han compartido esta disciplina.
¿Alguna vez has considerado un día de ayuno? En lugar de realizar ayunos pertinentes a alimentos, ¿qué tal un día de ayuno de la televisión, o correo electrónico, o de conducir? O, ¿qué tal realizar ayuno por un día para no juzgar a los demás, o de criticarte a ti mismo con dureza?
En su libro, Soul Feast (Banquete del Alma), de Marjorie Thompson, afirma que el ayuno es una disciplina “a través del cual Dios obtiene acceso para redireccionarnos y curarnos en cuerpo, mente y espíritu.”
Si decides someterte a un ayuno, recuerda que debes comprometerte ese día a la oración. Pídele a Dios que sea el centro del día. Pide fuerza, un corazón abierto y un oído atento.
Oremos: Queremos que estés en el corazón y en el centro de nuestras vidas, Oh Dios. Necesitamos tu gracia, tu amor, tu guía. Sin ti nos sentimos perdidos. Señor, reconocemos que hay cosas que a veces se interponen en el camino de escucharte, conocerte y servirte. Los regalos que nos has dado para disfrutar a veces se convierten en algo solo de consumo. Concédenos el valor y la fuerza que necesitamos para dejar ir las cosas cuando sea necesario, y de confiar en ti más plenamente; por medio de Jesucristo. Amén.
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