Rápidos para Escuchar, Lentos para Hablar
Hay una historia sobre un canadiense que dejó sus calles llenas de nieve para ir de vacaciones en la Florida, Estados Unidos. Su esposa estaba de viaje de negocios y planeaba reunirse con él allí el día siguiente. Cuando llegó a su hotel, él decidió enviar a su esposa un rápido mensaje por correo electrónico. Desafortunadamente, al escribir su dirección de correo electrónico, se le olvidó una letra y su mensaje fue enviado a un correo diferente. En lugar de llegar a su esposa, fue al correo de una mujer de tercera edad esposa de un predicador, cuyo esposo había fallecido tan sólo el día anterior.
Cuando la viuda, que estaba de duelo, revisó su correo electrónico, dejó escapar un grito, y cayó al suelo desmayada. Al escuchar el ruido, su familia se apresuró a entrar en la habitación y miraron el siguiente mensaje en el monitor: “Mi muy Querida Esposa, recién me registré. Todo preparado para tu llegada mañana. P.D. ¡Claro que está caliente aquí abajo!”
¡Equivocaciones en la comunicación pueden ser desastrosas! El mensaje correcto enviado a la persona equivocada o enviado en el momento equivocado puede causar serios malentendidos. El correo electrónico y mensajes de textos pueden ser los peores, porque puede ser enviado tan rápidamente sin pensarlo. También, cuando no podemos ver o escuchar la emoción detrás de las palabras, es fácil malinterpretar.
Ya sea que se trate de una llamada de telefonía celular, carta, correo electrónico, mensaje de texto o comunicación cara a cara, la Biblia tiene buenos consejos. Santiago escribió: Todos deben estar listos para escuchar, y ser lentos para hablar y enojarse. Pablo alienta: “Eviten toda conversación obscena. Por el contrario, que sus palabras contribuyan a la necesaria edificación y sean bendición para quienes escuchan.”
Ciertamente he descubierto que una pausa reflexiva antes de comunicarme nunca es una mala idea. Cuando esté molesto o enojado, cuanto más tiempo te des es mejor. Sea cual sea la forma en que vengan, que tus palabras verdaderamente den gracia para quienes escuchan.
Oremos: Dios nuestro salvador, Esperanza de los confines de la tierra y de los mares más lejanos, nos has bendecido en abundancia. Oro hoy, que nos puedas usar para bendecir a otros – incluso con nuestras palabras. Que siempre estemos abiertos a tu llamado, y a tus envíos. Ayúdanos a amar tal y como somos amados, y de perdonar de la forma en que hemos sido perdonados, y de servir de la forma en que hemos sido servidos – en Jesucristo. Amén.
¡Por favor siéntanse libres en compartir este mensaje con familiares y amigos!