¿Qué es lo que estás Buscando?
Durante los últimos días, hemos reflexionado sobre un pasaje de las Sagradas Escrituras del libro de Isaías (55:1-3): ¡Vengan a las aguas todos los que tengan sed!…
Algunos estudiosos han señalado que estos versículos suenan un poco como un vendedor en un mercado, pregonando sus productos, tratando de llamar la atención de los que pasan por allí: Vengan…Oye tu…¿Tienes sed? Casi suena como un discurso de mercadeo que va aumentando intensidad: ¡Hay agua, pan, vino y leche disponibles, una abundancia de provisiones!
¿Qué es lo que tú estás buscando?
Ahora tengo que imaginar que las personas que escucharon estas palabras por primera vez no eran muy diferentes a nosotros. Tengo que imaginar que muchos de ellos anhelaban algo más…Y a veces ese “más” sería difícil de precisar. Me imagino que, al igual que nosotros, algunos de ellos pudieron haber pensado…bueno, si solo tuviera equis cosa, entonces estaría satisfecho. O, seré feliz, o me sentiré en paz cuando…cuando me gradúe de la escuela secundaria…cuando obtenga ese ascenso en el trabajo…cuando consiga esa casa nueva…cuando me jubile…
Y no hay duda de que esto es parte de cómo fuimos creados. Fuimos creados con un anhelo, un impulso y un deseo innatos. Y en muchos sentidos, esto nos ha resultado útil. Pero, llevado al extremo, pude conducir a un vacío profundo.
Y a primera vista, este pasaje de Isaías parece casi como otro comerciante que compite por captar nuestra atención: “¡Oye tú!…¿Tienes sed? ¡Yo tengo lo que necesitas!” Pero luego, muy rápidamente, hay un cambio en el texto y surge una pregunta directa. Es Dios quien nos está hablando: ¿Por qué gastan dinero en lo que no es pan, y su salario en lo que no satisface?
Podríamos replantear la pregunta: ¿Qué crees que es lo que realmente te satisface?
Creo que, en el fondo, si reflexionáramos realmente sobre lo que queremos, lo que valoramos, no sería el dinero. No sería las cosas materiales. No sería el próximo ascenso en el trabajo. Me imagino que para la mayoría de nosotros sería una sensación de paz, de significado, de saber que, por más imperfectos que seamos, somos amados y aceptados. Serían oportunidades para demostrar amor, para marcar una diferencia para los demás.
“Escúchenme bien,” dijo Dios. “Presten atención y vengan a mí…” Todo lo que has estado buscando, todo lo que has estado anhelando, ya está aquí. Está justo delante de ti. Todo lo que tienes que hacer es notarlo y recibirlo.
Oremos: Nos dirigimos a ti en este momento, Oh Dios. Llénanos con tu gracia sanadora. En el nombre de Jesús. Amén.
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