Practicando Nuestro Bautismo
Hace poco leí sobre un recién graduado del seminario, que recientemente comenzó su primera llamada a una congregación. Él y su esposa fueron a visitar a su familia un Sábado por la tarde para almorzar. La madre del pastor percibió que su nuera no estaba tan feliz, pero no queriendo ser entrometida, y fingió no darse cuenta. Ella pensó que lo resolverían.
Y certeramente, mientras su hijo y nuera se iban, ella sabía que todo estaría bien porqué escuchó a su nuera decir: “Está bien, podemos ir a la iglesia y puedes practicar bautizándome solo una vez más. Pero recuerda esto, cuanto tengas tu primer funeral, ¡no vas a practicar enterrándome!”
Desde mi punto de vista, no creo que practicando bautizar a alguien sea del todo necesario. Pero lo que es absolutamente necesario es practicar nuestro bautismo. O debería decir vivir nuestro bautismo para que pueda hacer la diferencia.
Cuando Jesús fue bautizado, Dios dijo: “Éste es mi Hijo amado; ¡estoy muy complacido con él! En el bautismo, Dios nos reclama también – y somos enviados como Jesús para compartir el amor, esperanza y el perdón que nosotros mismos hemos recibido.
El día de hoy, oro para que puedas oír las palabras de Dios que son para ti, “Tú eres mi hijo, mi hija, el amado. ¡Contigo estoy bien complacido!” Y también pido que ese amor y aceptación se derrame fuera de tu vida y toque al mundo que te rodea.
Oremos: Te damos gracias, Amado Dios, por tu amor que no conoce límites. Ayúdanos a aceptar tu misericordia y gracia de una forma que nos sostenga y nos obligue a compartirla. Pedimos en nombre de Jesús. Amén
¡Por favor siéntanse libres en compartir este mensaje con familiares y amigos!