Pozos Profundos
Hace poco leí un artículo en The Atlantic que señalaba que, en los últimos 25 años, alrededor de 40 millones de estadounidenses dejaron de asistir a la iglesia. Algunos por razones legítimas: líderes religiosos corruptos, abusos sexuales en la iglesia Católica, vergüenza por cómo algunas denominaciones se han dejado convertir en peones políticos. Sin embargo, la gran mayoría de las personas que dejaron de asistir no estaban enojadas. No estaban molestas. Ellos dijeron que simplemente habían perdido el hábito de hacerlo. Hay un millón de otras cosas en nuestras agendas. Tenemos viajes por ligas deportivas y plazos de entrega de negocios, y todo tipo de opciones de entretenimiento, lo puedes nombrar…Es interminable.
A veces la adoración puede parecer una cosa más…Pero ¿es una cosa más?
Estaba pensando en un domingo en la iglesia cuando le di una piedra a cada persona que entraba. Las piedras eran simbólicas. Representaban una carga que se llevaba, una preocupación o inquietud, o un miedo al que se aferraba la persona. Y cerca del final del servicio religioso, todos nos dirigimos hacia adelante y dejamos nuestras piedras sobre la mesa, nuestras cargas a los pies de Jesús…Y recuerdo mirar la mesa, la enorme cantidad de piedras. Cada uno de nosotros tenía al menos algo. (¡Algunos de nosotros sentíamos que llevábamos una gran cantidad de esas piedras!) Muy a menudo podemos sentirnos solos en la vida, pero esto fue un recordatorio para mí, de que no estoy solo…
También pienso cómo los domingos, cuando cantamos juntos u oramos juntos en voz alta…A veces me siento en silencio durante el Padre Nuestro, aunque sea solo por una o dos líneas para escuchar a todos orar, voces de fe a mi alrededor, y es poderoso…Incluso pienso en esos momentos en los que nos sentamos en silencio juntos…Hay un vínculo y nos damos cuenta de la presencia creativa de Dios aquí y ahora…
Pienso en cómo hace unas semanas en la Escuela Bíblica Vacacional, estábamos cantando la última canción del día, y dos niñas de tercer grado vinieron corriendo hacia mí: “¡Pastor Joe, Pastor Joe, mire!”. Y me mostraron cómo las cruces que dibujamos, con anterioridad, en nuestras manos brillaban cuando se les iluminaba con una luz. Ellas estaban tan emocionadas: “¡Mire la luz de Jesús!” Y Monica, una de las líderes, giró hacia mí y dijo: “Es por eso por lo que hacemos esto, ¿no es así?”. Hay una alegría más profunda en dar…Hay una alegría profunda en ser parte de algo más grande que nosotros mismos…
No tenemos que mirar lejos para ver que hay pozos profundos a nuestro alrededor…
Ya sea que adores a Dios en persona o en línea, espero que puedas ver el regalo que es. Es un reencuentro del corazón y la mente. Es una reunión de almas quebrantadas que buscan sanación. Y es un recordatorio de quiénes somos y de quién somos.
Oremos: Dios Santo, mientras nos sentamos en tu presencia, incluso ahora, reconocemos que estamos al borde del agua. Llena en nosotros esos lugares de anhelo, esos lugares de dolor, esos sentimientos de incompetencia. Lávanos con tu gracia…Amén.
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