Por lo Tanto No Temeremos
Hay una historia que data de hace muchos años, sobre una niña que está tomando su primer viaje nocturno en tren con sus padres. Esa noche, la madre tomó a su pequeña hija ansiosa y la colocó en la litera superior de la cama y, mientras la arropaba, la madre le dijo que allá arriba ella estará más cerca de Dios, y Dios te cuidará.”
Cuando calló el silencio de la noche, la niña se asustó y llamó a su mamá suavemente: “Mami, ¿Estás ahí?”, “Si Cariño,” fue la respuesta. Un poco más tarde, en voz más alta, la niña dijo: “Papi, ¿Tú también estás ahí?” “Si Cariño” fue la respuesta. Después de que esto se repitiera varias veces, uno de los pasajeros que compartía el vagón para dormir finalmente perdió la paciencia y grito en voz alta: “Sí, estamos todos aquí, tu papá, tu mamá, tu hermano, todas tus tías y primos; ahora ¡acomódate, cálmate y vete a dormir!”
Hubo un momento de silencio y luego, en voz baja una pequeña voz preguntó: “Mami, ¿Ese era Dios?”
La mayoría de nosotros hemos experimentado momentos en la vida en los que necesitamos estar seguros de la presencia de Dios con nosotros. Todos hemos tenido momentos en los que hemos temido lo desconocido: El diagnóstico, la bolsa de valores, la situación de la vivienda, el futuro de nuestros hijos. Sin duda, en medio de eventos como esta aparentemente interminable pandemia, necesitamos que se nos recuerde que Dios es soberano.
El Salmo 46 es uno de mis favoritos. Ahí leemos:
Dios es nuestro amparo y nuestra fortaleza, nuestra ayuda segura en momentos de angustia. Por eso, no temeremos, aunque se desmorone la tierra y las montañas se hundan en el fondo del mar…Dios está en medio de la ciudad, la ciudad no caerá; al rayar el alba Dios le brindará su ayuda…El Señor Todopoderoso está con nosotros; nuestro refugio es el Dios de Jacob.
Nuestra oración de hoy también nos ha sido transmitida a través de los siglos. Fue escrita por San Agustín, a principios de los años 400. Oremos: Oh Dios amoroso, separarse de ti es caer, volver hacia ti es levantarse y permanecer en ti es sentirse seguro. Concédenos, querido Dios, en todos nuestros deberes tu ayuda; en todas nuestras incertidumbres tu orientación; en todos nuestros peligros tu protección; y en todas nuestras penas tu paz; a través de Jesucristo nuestro Señor. Amén.
¡Por favor siéntanse libres en compartir este mensaje con familiares y amigos!