Perdón
Hace varios años, hubo un ataque brutal en una pequeña escuela Menonita. La mayor parte del país estaban horrorizados de que alguien atacaría a un pueblo tan apacible – y de paso a niños indefensos
Lo que realmente nos sorprendió fue la respuesta Menonita. Ellos simplemente se negaron a odiar. Un abuelo Menonita les dijo a sus hijos que estaban junto a la tumba, “No piensen mal de este hombre.” Los ancianos de la comunidad le dijeron a la familia del asesino, “Usted no necesita abandonar esta zona. Permanezca aquí en su hogar. Perdonamos a este hombre.”
Su respuesta, sin duda alguna, plantea la pregunta: ¿puedo ser tan indulgente? La verdad es que no sé. Pero sí sé que el perdón está en el corazón del Evangelio. De eso se trata la cruz. Así es como Dios ha hecho con nosotros.
También he llegado a comprender que, en un sentido muy real, el perdón no se trata solo de otras personas – se trata de ti y de mí. Si estoy esparciendo la ira y la amargura y el resentimiento – es una forma miserable de vivir. Y, yo no quiero que lo que otra persona me haya hecho pase a controlar mi vida. Yo quiero ser libre. Quiero estar vivo. Quiero estar saludable.
No sé lo que puedas estar llevando contigo, a quien necesitas perdonar. Pero oro para que puedas pedirle a Dios que te ayude a dejar ir las cosas, empezando el día de hoy.
Oremos: Te entregamos nuestras heridas y dolores, Oh Dios. Te damos nuestra ira y resentimientos. Te entregamos a las personas que nos han herido o traicionado. Toma nuestra ofrenda de tal manera que no podamos solicitar devolverlo. Ayúdanos a dejar ir las cosas de tal forma que tu gracia sanadora tenga espacio para trabajar – incluso en este momento, por medio de Jesucristo. Amén.
¡Por favor siéntanse libres en compartir este mensaje con familiares y amigos!