Paz Interior
El Salmo 62 es una confesión de fe. En dos ocasiones, en tan solo unos pocos versículos, el salmista testifica: “En Dios solamente espera acallada mi alma …Sólo él es mi roca y mi salvación…él es mi protector; ¡Jamás habré de caer!
Ésta es una profunda declaración de confianza.
Y, sin embargo, al mismo tiempo, hay realismo. Hay un reconocimiento de que las cosas no siempre han sido tan maravillosas; de que el mundo que lo rodeaba era cualquier cosa menos estable. Él clama contra quienes lo han traicionado: ¿Hasta cuándo atacarán todos ustedes a un hombre para derribarlo? ¿Hasta cuándo golpearás a tu víctima?
Y luego, “…y aunque se multipliquen sus riquezas, no pongan el corazón en ellas…”
Como si quisiera decir que algunas cosas con las que contaba me han defraudado…
Sabemos bien todo sobre esto, ¿no es así? Por más hermosa que sea la vida, hay momentos en los que todo lo que sabemos que es verdad se desmorona. Hay momentos que nos rompen el corazón; y momentos en los que la carga que llevamos encima parece demasiado pesada para soportar. Hay momentos en los que nos sentimos confundidos e inseguros…
Aprecio la realidad del salmo – que menciona algunas de las luchas que enfrentamos en la vida. Y, sin embargo, también puedo apreciar que, a pesar de todo esto, el salmista tiene una fuerza interior, una sensación de paz subyacente – una fe que no se puede quebrantar.
No sé ustedes, pero yo quiero esa fuerza interior, esa paz interior.
El Salmista comienza: En Dios solamente espera acallada mi alma…
Oremos: Dios de amor, te esperamos incluso ahora…Ayúdanos a encontrar tiempo en nuestras vidas para sentarnos en tu presencia y permitir que tu gracia nos inunde y escuchemos tu suave apacible voz…Sánanos. Renuévanos. Y concédenos tu paz. Te lo pedimos en el nombre de Jesús. Amén.
¡Por favor siéntanse libres en compartir este mensaje con familiares y amigos!
