Para un Momento como Éste
Hay una escena convincente en el libro de Ester. Ester, que es Judía, se ha convertido en la reina de Persia. El rey no sabe que ella es Judía y lo sobornan para que emita un decreto para destruir a todos los Judíos en el reino. El primo de Ester, Mardoqueo, trata de que Ester le ruegue al rey por sus vidas. Ester tiene miedo de rogarle y comienza a poner excusas. Pero Mardoqueo le dice a Ester:
No te imagines que por estar en la casa del rey serás la única que escape con vida de entre todos los Judíos. Si ahora te quedas absolutamente callada, de otra parte vendrán el alivio y la liberación para los Judíos, pero tú y la familia de tu padre perecerán. ¡Quién sabe sino has llegado al trono precisamente para un momento como éste!
Hasta este punto, la vida de Ester parece ser un cuento de hadas. Todo está encajando para ella. Pero entonces, de repente, su primo le dice…si ahora te quedas absolutamente callada…si decides no actuar – no creas que estarás fuera de peligro. Si, Dios va a obrar – de una manera a otra – pero aquí estas, Ester – la necesidad está justo frente a ti. Tal vez Dios te ha puesto aquí por una razón.
No sé si alguna vez has mirado tu propia vida y has pensado: “Tal vez Dios me ha puesto aquí por una razón. Tal vez tengo esta educación, tal vez tengo estos dones, tal vez tuve ese momento de fracaso, esa dificultad, esa suerte, esa bendición por una razón.”
Para Ester la necesidad de actuar era clara. Si observamos el mundo que nos rodea – vemos niños hambrientos en nuestras escuelas, personas que están solas, otras que buscan desesperadamente algo más profundo en la vida. Vemos drogas y violencia.
No puedo imaginar un momento en la historia, cuando el mundo haya necesitado más gente de fe – personas que tengan el valor de actuar, de dar, de amar de servir.
Ester arriesgó su vida. Ella utilizó su lugar en el mundo y Dios utilizó y bendijo sus esfuerzos. El día de hoy, que puedas reflexionar sobre la afirmación: “Tal vez Dios me haya puesto aquí para un momento como éste.”
Oremos: Recordamos hoy, Oh Dios, que nos has bendecido para que seamos una bendición. Hoy te pedimos que nos encuentres justo donde estamos. Sánanos, redímenos, complétanos y libéranos de nuevo – para que podamos ser instrumentos de tu amor y gracia. Amén.
¡Por favor siéntanse libres en compartir este mensaje con familiares y amigos!