Para que Puedan Ser Un Solo Cuerpo
En su primera carta a los Corintios (12:12-13), el Apóstol Pablo escribió:
De hecho, aunque el cuerpo es uno solo, tiene muchos miembros, y todos los miembros, no obstante ser muchos, forman un solo cuerpo. Así sucede con Cristo. Todos fuimos bautizados por un solo Espíritu para construir un solo cuerpo – ya seamos Judíos o gentiles, esclavos o libres – y a todos se nos dio a beber de un mismo Espíritu.
En otras palabras, Dios ha llamado a todo tipo de personas, de todo tipo de antecedentes. Y hay todo tipo de etiquetas que podemos usar. En aquellos días las etiquetas eran Judíos y Griegos, esclavos y libres. Hoy tenemos otras etiquetas. Podríamos decir, negros y blancos, ricos y pobres, republicanos y demócratas, estadounidenses, sudafricanos, filipinos, mexicanos, discapacitados físicos, discapacitados mentales, jóvenes, viejos. Todas las etiquetas. Pero debajo de las etiquetas están los seres humanos – personas que Dios creó, que Dios ama.
Y lo que Pablo les está diciendo es que todos tenemos esto en común: Cristo murió por cada uno de ustedes. Y a través de tu bautismo, Cristo los ha llamado a todos y cada uno de ustedes a su único cuerpo: la iglesia.
En estos tiempos precarios, nuestra nación continúa extremadamente dividida. Estamos polarizados en una cantidad de temas, y hay una enorme cantidad de ira e incluso odio entre nosotros. Como resultado, las heridas son profundas. Nuestra vida común es frágil y menos enriquecedora.
Es precisamente en nuestro contexto, que las palabras de Pablo nos hablan como seguidores de Cristo. Sus palabras hacen eco de una de las oraciones más fervientes de Jesús, para que seamos uno tal como él y el Padre son uno (Juan 17:21).
Hoy, oro para que cada uno haga su parte para dar los primeros pasos hacia la sanación. Que estemos listos para escuchar y lentos para hablar (Santiago 1:19). Que podamos velar por los intereses de los demás y no solo por nuestros propios intereses (Filipenses 2:4). Y, al reclamar la unidad que tenemos en Cristo, que experimentemos la plenitud de su paz.
Oremos: Oramos hoy, Oh Dios, por sanación. Utilízanos, incluso a nosotros, como instrumentos de tu gracia, misericordia y paz, por Cristo nuestro Señor. Amén.
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