Nunca te Abandonaré

Hace poco escuché una historia sobre una adolescente que pasaba por momentos muy difíciles. Se había vuelto cada vez más rebelde, y una noche la policía la arrestó por conducir ebria. Su madre fue a la comisaría y tuvo que pagar la fianza para poder sacarla de las celdas de detención.

No se dijeron ni siquiera una palabra, el uno al otro, hasta la tarde del siguiente día cuando la madre entregó a su hija una pequeña caja envuelta con papel regalo. Cuando la hija abrió la caja, notó una pequeña roca adentro. Por supuesto que la hija retorció la mirada, “Bien mamá, ¿para qué es esto?” “Lee la tarjeta,” respondió su mamá. La hija sacó la tarjeta del sobre y la leyó. Las lágrimas comenzaron a acumularse en sus ojos y corrieron por sus mejillas. Dejó caer la tarjeta al suelo y corrió a abrazar a su mamá. En la tarjeta había estas palabras: “Esta roca tiene más de 200 millones de años. Ese es el tiempo que deberá de pasar antes de que me dé por vencida contigo.”

¿No es hermoso?

Todos nosotros experimentamos momentos en la vida cuando nos sentimos indignos; ocasiones cuando sabemos que no hemos estado a la altura de los eventos; momentos en que nos sentimos que no somos amados. Durante dichos momentos, es de mucha ayuda saber que existen personas en nuestras vidas que nunca se darán por vencidos con nosotros. También tenemos la promesa de las escrituras de que nada – absolutamente nada – puede separarnos del amor de Dios.

En el libro de Hebreos (13:5), leemos estas palabras alentadoras: Dios ha dicho, “Nunca te dejaré; ¡jamás te abandonaré!”

Oremos: Te damos las gracias, Amado Dios, por tu firme amor por nosotros. A como has prometido de no renunciar nunca a nosotros, y que nosotros a su vez nunca nos demos por vencido contigo. Que estés especialmente cerca de aquellos que te necesitan en este día. Te lo pedimos en el nombre de Jesús. Amén.

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