No es Posible Sin Esperanza
El rabino Hugo Gryn solía contar su experiencia en Auschwitz cuando era niño. La comida, por supuesto, era escasa, y sus compañeros de celda se encargaron de preservar cada migaja que se les proveía. Con la llegada de las festividades de Janucá, el papá de Hugo tomó un trozo de margarina, para el asombro del joven Hugo, y lo usó como combustible para las luces que se encienden para el festival. Cuando se le preguntó ¿por qué?, su papá respondió, “Sabían que es posible sobrevivir sin comida por tres semanas, pero sin esperanza es imposible vivir apropiadamente por tres minutos.”
La historia del Rabino me hace recordar que en la vida existen acciones concretas que podemos llevar a cabo para fortalecer nuestra fe. Ya sea dando con mucho sacrificio a una causa en la que creemos profundamente; apartando tiempo cada semana para adorar al Señor; u ofertando algunos momentos para detenernos y orar para que podamos obtener claridad y perspectiva, los cuales abren una vez más las avenidas para que florezca la fe y la esperanza aun en los momentos más oscuros.
Nuestra oración de hoy es basada en Salmos 130. Oremos: Amado Dios, nuestras almas esperan por ti y en tu palabra tenemos esperanza. Confiamos que contigo hay un amor inquebrantable y en ti existe el gran poder de redimir. A medida que participamos en los rituales de nuestra fe, a medida que damos, que nuestros espíritus sintonicen con tu Espíritu a medida que servimos. Y que nos llene un sentido abrumador de esperanza. Amén.
¡Por favor siéntanse libres en compartir este mensaje con familiares y amigos!
