Mantener el Fuego Encendido
En el libro de Levítico aprendemos mucho sobre la alabanza de la primera comunidad de fe. En el capítulo 6, los sacerdotes son instruidos que deben de mantener encendido el fuego en el altar en todo momento. El fuego era recordatorio a la comunidad de la continua presencia de Dios entre ellos. Ellos estaban en un viaje peligroso a través del desierto. Usualmente se sentían perdidos, con miedo e inseguros acerca del futuro. Era crucial recordar que Dios estaba con ellos.
¿Tienes algún recuerdo de tu vida en que Dios está contigo?
En nuestra mesa, a la hora de la cena, con frecuencia encendemos una vela como recordatorio que Cristo está vivo y presente en nuestro hogar. Otras personas tienen una cruz o crucifijo colgando en un lugar visible. Me han dicho que algunos Cristianos continúan haciendo la práctica ancestral de los Celtas, que consistía en salpicar agua en sus caras – tres veces a medida que se bañan a primera hora de la mañana. A medida que se lavan la cara rezan, “Permíteme despertar en ti, Padre, Hijo y el Espíritu Santo.
A como ves, nosotros también enfrentaremos preocupaciones e inclusive momentos peligrosos en la vida y, como los Israelitas, necesitaremos recordar que no tenemos que caminar solos. Jesús dijo, He aquí que yo estoy con vosotros, hasta el fin del mundo.”
Nuestra oración de hoy es una antigua oración Celta. Oremos: A medida que agito las brasas de mi fuego diario, yo te pido, Dios Vivo, que agites las brasas de mi corazón en llamas de amor hacia ti, por mi familia, por mis vecinos y por mis enemigos. Amén.
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