La Única Voz
Ayer reflexionamos sobre la declaración de Jesús: Yo soy el buen pastor. El pastor llama a las ovejas por su nombre y les enseña el camino…Él va delante de ellas, y las ovejas lo siguen porque conocen su voz.”
Es cierto que al pasar tiempo en su presencia en oración y escuchar su palabra en las escrituras, aprendemos su voz. Pero aun así, a veces nos descarriamos, ¿No es así?
Hay otras voces que exigen nuestra atención. Voces que dicen: Si compras esto…encontrarás ese bienestar que buscas…Voces en las redes sociales que dicen…te lo estás perdiendo…mira a todas estas otras personas…Mira lo que podrías tener. Mira lo que podrías hacer…Voces de políticos que dicen: ¡Enójense con esto! ¡Tengan miedo de esto! Haré algo al respecto. Los llevaré a un lugar de bienestar y paz. Confíen en mí. Síganme…
Es en medio de estas otras voces que debemos escuchar nuevamente a la verdadera voz…la única voz que conduce a las aguas tranquilas…la única voz que verdaderamente infunde nuevas fuerzas.
Pero ¿Cómo escuchamos dicha voz?
Bueno, a veces la voz simplemente nos llega, pero otras veces requiere esfuerzo de nuestra parte, poniéndonos en el lugar y estado de ánimo correcto, encontrando espacio y tiempo para la oración o la meditación. Porque a menudo es esa práctica, esa preparación, la que nos abre y nos permite escuchar la verdadera voz, incluso en medio de todas las demás voces clamantes.
Que tú y yo sigamos escuchando la voz del buen pastor. Y que podamos seguir dicha voz por encima de todas las demás voces. Porque esa es la voz que conduce a los verdes pastos. Porque es la voz que conduce a las aguas tranquilas. Esa es la voz, y la única voz que infunde nuevas fuerzas.
Oremos: Señor Jesús, te damos gracias por pastorearnos y por llamarnos por nuestro nombre. Ayúdanos a encontrar el tiempo y el espacio para escuchar tu voz. Y luego, concédenos oídos para oír y corazones para seguir. Amén.
¡Por favor siéntanse libres en compartir este mensaje con familiares y amigos!