La Mesa
En los últimos días hemos reflexionado sobre un pasaje del profeta Isaías (25:1-9): Sobre este monte, el Señor Todopoderoso preparará para todos los pueblos un banquete de manjares especiales, un banquete de vinos añejos, de manjares especiales y de selectos vinos añejos. Sobre este monte rasgará el velo que cubre a todos los pueblos…
Una comida compartida es mucho más que una simple comida, ¿verdad que sí? En algunas ocasiones, puede marcar el contexto para el desarrollo de la historia más amplia de la vida, incluso marcar momentos de cambio y significado. Piensa en un banquete de bodas, un velorio o una celebración de cumpleaños, o en las cenas Navideñas y de Pascuas a lo largo de los años.
En las Sagradas Escrituras, la mesa sirve a menudo como una metáfora de la actividad de Dios. El éxodo de la esclavitud se inicia con el cordero asado en la fiesta de la Pascua. Jesús dijo: “Habrá quienes lleguen del oriente y del occidente, del norte y del sur, para sentarse al banquete en el reino de Dios.” El Salmo 23 afirma: “Dispones ante mí un banquete en presencia de mis enemigos.” Lucas cuenta que fue en la mesa donde se abrieron los ojos de los discípulos y reconocieron al Cristo resucitado. Los evangelios describen a Jesús comiendo con recaudadores de impuestos y pecadores. Y, en la noche en que fue traicionado, Jesús estaba en la mesa con sus discípulos cuando tomó el pan y lo bendijo.
La imagen de Isaías está en el centro de todo esto. Este lenguaje es poesía. En este monte, el Señor de Todopoderoso preparará para todos los pueblos un banquete…
Algunos estudiosos sostienen que esta visión es apocalíptica, es decir, que revela la llegada del reino de Dios al final de los tiempos. Otros sostienen que tal vez describa más bien la intención de Dios para la humanidad aquí y ahora.
Quizás sean ambas cosas.
Si la mesa es un lugar donde Dios está obrando, entonces acerquémonos siempre a las mesas en torno a las cuales nos reunimos con un sentido de expectativa.
Tal y como oré ayer: Que llegues a ver la mesa como una especie de altar. Y que recuerdes que el tiempo que pasas alrededor de ella solo, o con la familia y los amigos, es tiempo que pasas en la presencia de Cristo. Que le ofrezcas todo lo que sucede alrededor de estas mesas…Confiando en que en esa ofrenda hay bendición y gracia…
Oremos: Ven, Señor Jesús, sé nuestro huésped, en nuestros hogares, en nuestras iglesias y alrededor de nuestras mesas. Y abre nuestros ojos a tu presencia, incluso aquí, incluso ahora. Amén.
¡Por favor siéntanse libres en compartir este mensaje con familiares y amigos!