La Historia del Padre Amoroso
Hay una vieja historia que incluso se convirtió en una canción. Es una historia sobre un hombre que se dirigía a su casa en el atestado vagón de un tren. El hombre notó que el joven, sentado a su lado, parecía cansado y un poco ansioso. Tratando de ser amigable, el hombre entabló una conversación con el joven.
Parece que el joven había querido unirse al ejército en contra de los deseos de su padre. Aunque era menor de edad, escapó de su casa y trató de alistarse en una ciudad – a kilómetros de su casa. Pero, de todos modos, lo rechazaron debido a su edad, y el joven estaba triste. Demasiado orgulloso para regresar a casa derrotado, él deambulaba desesperado. Sus pocos dólares se agotarían pronto. El joven venció a su orgullo y escribió a casa solicitando dinero. Él no recibió respuesta. Él envió otra carta, pero aún no recibía respuesta.
Desesperado, el joven dijo que le escribió a su padre nuevamente. Él escribió que en un día dado iba a estar en cierto tren que pasaba cerca de la casa. Él había expresado en la carta que si lo iban a recibir en casa tendrían que poner un trapo blanco en árbol de manzana en el patio trasero cerca de la vía del tren. Si veía el trapo allí, se bajaría en la estación y volvería a casa. Si no hubiera un trapo allí, simplemente se quedaría en el tren.
El joven se inquietó cuando el tren se acercaba a su ciudad natal. Se le hizo un nudo en la garganta y sus ojos se llenaron de lágrimas. “No puedo mirar”, él dijo. “Tengo miedo.”
El hombre puso su brazo sobre los hombros del joven. “Está bien”, dijo, “Yo miraré por ti”. El tren silbó hacia la estación a la que se aproximaba y disminuyó la velocidad. De repente, el hombre golpeó al joven en la rodilla y con gran entusiasmo dijo: “Mira, hijo, mira. No hay un trapo blanco en el árbol…¡sino un trapo blanco en cada rama!”
Conocemos la historia, ¿Verdad que sí? Es una historia de alguien que amamos que ha estado lejos de casa. Todos hemos visto esta historia en algún punto de nuestras vidas, pero no siempre con el mismo final. Me gustaría poder decir que el hijo pródigo siempre regresa a casa; que siempre hay un final feliz, pero simplemente no es así.
Pero es cierto que la historia del hijo pródigo y el padre amoroso es una historia sobre quién es Dios. Es una historia sobre la gracia inmerecida. Y es cierto que Dios es el Padre que espera nuestro regreso, no solo una vez, porque el arrepentimiento nunca es realizado por una sola vez, ¿Verdad que sí? Dios anhela todo nuestro corazón. El Padre está esperando, incluso ahora.
Oremos: Te damos las gracias por tu amor y gracia incondicional. Dirigimos nuestros corazones hacia ti, nuevamente, incluso ahora. Amén.
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