La Forma en que Dios Ama
En su libro Lecciones Mortales: Notas Sobre el Arte de la Cirugía, el médico Richard Selzer escribió las siguientes observaciones conmovedoras:
“Estoy de pie junto a la cama donde yace una mujer joven, con el rostro postoperatorio, su boca torcida por la parálisis, de circo. Se le cortó una pequeña sección del nervio facial, el de los músculos de su boca. Ella será así a partir de ahora. El cirujano había seguido, con fervor religioso la curva de piel; te lo puedo asegurar. Sin embargo, para remover el tumor de su mejilla, yo tuve que cortar el pequeño nervio facial. Su joven esposo está en la habitación. Él está de pie en el lado opuesto de la cama y juntos parecen morar en la luz de la lámpara, aislados de mí, en privado. ¿Quiénes son, me pregunto a mí mismo, él y esta boca irónica que he hecho, que se miran y se acarician tan generosamente, ávidamente?
La joven habla: “¿Mi boca siempre será así?”, preguntó ella.
“Sí”, dije yo, “lo será porque tuve que cortar el nervio facial.” Ella asiente y guarda silencio. Pero el joven sonríe. “Me gusta”, dijo él, “es un poco lindo”. De repente sé quién es. Entiendo y bajo la mirada…Inconsciente, él se inclina para besar su boca torcida y estoy tan cerca que puedo ver cómo tuerce sus propios labios para acomodar los de ella, para demostrar que sus besos aún funcionan.”
La historia toca en lo personal porque habla de amor – incondicional; el tipo de amor que el mundo necesita – pero que no siempre comprende. Es el tipo de amor el que promete nunca abandonarnos – pase lo que pase. Ese es el tipo de amor, el tipo de compromiso que Dios nos ha prometido.
El profeta Isaías escribió: ¿Puede una madre olvidar a su niño de pecho, y dejar de amar al hijo que ha dado a luz? Aun cuando ella lo olvidara, ¡yo no te olvidaré. (49:15)
Jesús dijo: “Recuerden que estaré con ustedes siempre, hasta el fin del mundo.” (Mateo 28:20)
Oremos: Te damos las gracias, Amado Dios, por haber prometido nunca renunciar a nosotros, nunca abandonarnos o dejarnos. Siempre estaremos agradecidos de no tener que ganarnos tu amor, y de que no hay nada en la vida o la muerte que puede separarnos de ti. Oramos hoy por aquellos que se encuentran en situaciones realmente difíciles, personas que necesitan saber que estás con ellos. Te pedimos que rodees a cada uno de nosotros con tu gracia. Que podamos conocer tu presencia misericordiosa – aquí y ahora – a través de Jesucristo. Amén.
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