Incluso Cuando…
Uno de los grupos más pequeños pero poderosos del que he sido parte fue un día cuando decidimos contar la forma en que llegamos a la fe. Mientras hablaban las personas, podrías sentir la emoción en la habitación. Algunas personas tuvieron estos dramáticos momentos de inflexión en sus vidas, mientras que otros habían estado en la iglesia todas sus vidas. Pero todos tenían una historia. Y a medida que las personas contaban sus historias, había lágrimas y risas. Y podías sentir la presencia de Dios.
Nunca olvidaré a uno de mis amigos contando cómo había crecido como creyente – pero se alejó de su fe en la escuela secundaria. Una noche él estaba en una fiesta e iba camino a la casa, él tuvo un terrible accidente automovilístico. Él dijo que cuando se despertó, el vehículo estaba volcado, y lo único que podía sentir era Dios abrazándolo fuerte.
Otra pareja compartió cómo fue sólo por la gracia de Dios que su matrimonio fue salvado. Otros hablaban de que Dios los acompañó durante los momentos difíciles de divorcio y enfermedad. Me he encontrado pensando, hay tanta esperanza arraigada en estas historias. Y, había tantos puntos de conexión donde las personas podían relacionarse entre sí en un nivel mucho más profundo. También me llamó la atención que nuestras historias no sólo brindan esperanza a los demás, sino que también son un poderoso recordatorio del panorama más amplio de nuestras vidas, un recordatorio de quién está realmente a cargo.
El día de hoy, les invito a recordar sus propias historias. Reflexiona sobre la siguiente oración e intentar finalizarla. Dios, tú estabas conmigo, incluso cuando…Dios, tú estabas conmigo incluso cuando…
Oremos: Recuérdanos nuevamente de tu gracia salvadora. Abre nuestros ojos para verte obrando fuertemente en nuestras vidas y luego abre nuestros labios para que nuestras voces puedan cantarte alabanzas.
¡Por favor siéntanse libres en compartir este mensaje con familiares y amigos!