Ganar Cuando se está Perdiendo
En un momento en el Evangelio de Marcos (capítulo 10:35-45), Santiago y Juan piden sentarse a la derecha o a la izquierda de Jesús en su gloria. Ellos estaban solicitando posiciones de poder, privilegios y estatus. A primera vista, su petición parece un poco arrogante o codiciosa, pero en el fondo revela la profunda esperanza que tenían estos hombres de ser parte de algo grande, algo duradero, para haber hecho algo con sus vidas. Y eso es algo que creo que todos queremos en un nivel u otro.
Sin embargo, es casi como si no hubieran escuchado a Jesús, o no lo hubieran entendido cuando antes los había invitado a tomar su cruz y seguirlo y al seguirlo no encontrar poder, prestigio o estatus, sino algo más grande…
Recuerdo que hace años, en una iglesia en la que servía, un joven médico de nuestra congregación vino a verme. Él dijo: “Sabes, Joe, he logrado todos los objetivos que me propuse. Tengo una casa en el campo de golf, una práctica médica próspera, una esposa hermosa, hijos sanos y más que suficiente…Entonces ¿por qué todavía me siento mayormente vacío por dentro?”
A título personal, una de las cosas que más disfruto en la vida es el surf. Estar en el agua en la creación de Dios me da una sensación de renovación y alegría. Pero también he descubierto que el surf por sí solo no es suficiente para darle sentido, profundidad o propósito a la vida. Surfear por sí solo no es suficiente cuando llegan esos momentos difíciles de la vida.
A veces las personas me dicen: “Alabo a Dios en la naturaleza. Alabo a Dios mientras estoy en el agua, o caminando por las montañas o caminando por el bosque.” Y lo entiendo. Yo siento la presencia de Dios de una manera más profunda en medio de la creación. Pero los momentos en los que he crecido más en mi vida, los momentos en los que me he sentido más realizado y los momentos en los que he experimentado la presencia de Cristo, en el sentido más profundo, no han sido en momentos de logro, no necesariamente en momentos en que estoy frente a la belleza de la creación, ni en momentos de pura alegría. No, han sido en mementos en los que he entregado algo, dado algo, o hecho algo por alguien más.
Quizás eso es lo que Jesús quiso decir, al menos en parte, cuando dijo: “Porque el que quiera salvar su vida la perderá; pero el que pierda su vida por mi causa y por el evangelio, la salvará…” (Marcos 8:34-37)
Oremos: Te damos gracias, Dios misericordioso, por el deseo de hacer el bien y hacer algo con nuestras vidas. Te pedimos humildemente que nos encuentres en nuestros logros, en nuestro disfrute de la vida y en medio de nuestras tareas cotidianas. Y a lo largo del camino, Señor, ayúdanos a no aferrarnos demasiado, a entregarnos fácilmente a ti y a dar gratuitamente a los necesitados; en el nombre de Jesús. Amén.
¡Por favor siéntanse libres en compartir este mensaje con familiares y amigos!