Estoy Contigo
Es sorprendente que cuatro veces en el primer del libro de Josué, a él se le dice que sea fuerte y valiente. ¡Cuatro veces! Por su puesto, Dios sabía que los tiempos difíciles venían, y ¡Dios sabía lo que haría falta para sobrellevarlo! ¡Sé fuerte y valiente!
Sin embargo, Dios no deja todo a la autosuficiencia de Josué. Dios también promete, “¡Yo nunca te dejaría ni te abandonaría!”
En la vida, una cosa es reunir nuestro coraje, de buscar en lo más profundo y depender de nuestros propios recursos internos. Eso es importante, y a menudo podemos ir muy lejos con nuestra propia fuerza. Pero en algún momento, la mayoría de nosotros, nos enfrentamos a las limitaciones de nuestra humanidad. Nos enfrentamos a los límites de nuestra propia capacidad de controlar o emendar una situación. Si alguna vez has perdido a alguien cercano a ti, o enfrentar la injusticia del cáncer, entonces sabes que tenemos nuestros límites. Es en medio de dichos momentos en donde hay que aferrarse a la promesa de Dios: “Yo nunca de dejaré ni te abandonaré.”
Las últimas palabras de Jesús, en el Evangelio de Mateo: “Recuerda que estaré con ustedes siempre, hasta el fin del mundo.”
Nuestra oración de hoy se atribuye a San Benito, que vivió a principios del siglo VI. Oremos: Oh Dios misericordioso y santo, danos diligencia para buscarte, sabiduría para percibirte y paciencia para esperar por ti. Concédenos, Oh Dios, una mente para meditar sobre ti; ojos que te observen; oídos para escuchar tu palabra; un corazón para amarte; y una vida para proclamarte; a través del poder del Espíritu de Jesucristo nuestro señor. Amén
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