Escucha
Hay una historia sobre un hombre que está en el campo de golf y su tiro está sobre una hermosa calle con un importante peligro de agua. Él está debatiendo si usar su nueva bola – que podría llegar más lejos – o una bola vieja que a él no le importaría perder. Mientras pensaba, una voz resuena desde el cielo: “Usa la bola nueva.” “¡Gracias Dios!” Entonces, el hombre prepara la bola nueva y está a punto de hacer swing cuando la voz retumba de nuevo: “haz un swing de práctica.” “Está bien, Dios.” Realiza un swing de práctica y se prepara nuevamente. Y por tercera vez, la voz resuena: “¡Pensándolo bien, utiliza la bola vieja!”
¿No te gustaría que la voz de Dios fuera tan clara? No es siempre tan clara, ¿verdad que no? ¡La mayoría de las veces realmente tenemos que escuchar! Personalmente, trato de escuchar mientras leo y medito sobre las escrituras. Pero sé que Dios también nos habla de otras maneras.
En su libro, “Banquete del Alma” (Soul Feast), Marjorie Thompson señala que las circunstancias de nuestras vidas pueden ser otra forma en que Dios trata de comunicarse con nosotros. Ella escribió: “Dios abre algunas puertas y cierra otras. Una relación problemática puede invitarnos a atender algo que no hemos enfrentado completamente en nosotros mismos. A través de la sabiduría de nuestros cuerpos, Dios nos dice que reduzcamos la velocidad o reordenemos nuestras prioridades. Las felices coincidencias y los frustrantes callejones sin salida de la vida diaria están cargados de mensajes…Es un buen hábito preguntar: “¿Qué me está diciendo Dios en esta situación?” Escuchar nuestras vidas es parte de la oración.”
La mayoría de nosotros queremos la guía y dirección de Dios en el centro de nuestras vidas. Por lo tanto, oro hoy para que prestes atención a tu vida, a las circunstancias que te rodean. En tu tiempo de oración, reflexiona sobre la presencia de Dios y su dirección. Y, que la voz de Dios se vuelva más clara y central.
Nuestra oración de hoy proviene de la oración de pablo por los Colosenses que se encuentra en el primer capítulo de dicha carta. Oremos. Dios misericordioso, oramos para que seamos llenos del conocimiento de tu voluntad, con toda sabiduría espiritual y comprensión, para que podamos llevar vidas dignas de ti, plenamente agradables a ti – a media que demos frutos en toda buena obra. También te pedimos que nos llenes de fuerza que proviene de tu glorioso poder, preparándonos para soportar todo con paciencia, mientras de damos las gracias con alegría, Padre. Porque tú nos has rescatado del poder de la oscuridad y nos has transferido al reino de tu amado Hijo. Es en su nombre que oramos. Amén.
¡Por favor siéntanse libres en compartir este mensaje con familiares y amigos!