En la Vida y en la Muerte
Cuando el general español del siglo XIX, Ramón Narváez, estaba en su lecho de muerte fue visitado por un sacerdote. Después de unos momentos de charla, el sacerdote preguntó por la condición del alma del oficial: “General, ¿Has perdonado a tus enemigos?” “No tengo ninguna necesidad de perdonarlos” respondió Narváez débilmente, “¡los mate a todos!”
La idea de una dramática conversación en el lecho de muerte, usualmente, no es más que un mito. Una persona que ha pasado toda una vida evitando o incluso oponiéndose a la idea de Dios, no suele cambiar su forma de pensar cerca del final de la vida.
Por otro lado, he sido testigo de la serenidad y la paz de los fieles que están cerca del fin de sus vidas en muchas ocasiones. Es hermoso ver la confianza tranquila de alguien que sabe que pertenece a Dios – en la vida y en la muerte.
El Apóstol Pablo escribió (Romanos 8:38), “Pues estoy convencido de que ni la muerte ni la vida, ni los ángeles ni los demonios, ni lo presente ni lo por venir…ni cosa alguna en toda la creación, podrá apartarnos del amor que Dios nos ha manifestado en Cristo Jesús nuestro Señor.”
Oro el día de hoy para que conozcas las profundidades del amor de Dios por ti – un amor que perdura por la eternidad. Que ese amor te empodere para vivir, confiando en el camino de Cristo ahora y para siempre.
Oremos: Venimos ante ti con corazones abiertos el día de hoy. Algunos de nosotros estamos llenos de alegría, alguno de nosotros estamos deprimidos y heridos, algunos de nosotros estamos celebrando, y algunos de nosotros nos sentimos tan lejos de ti. Pero todos tenemos esto en común: Necesitamos que tu amor y gracia se derramen sobre nosotros el día de hoy. De hecho, nuestros corazones están inquietos, hasta que descansan en ti. Así que oro para que descanses tu Espíritu en cada uno de nosotros – incluso ahora. En el nombre de Jesús. Amén.
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