En la Espera
En el libro de Santiago está escrito: “Por tanto, hermanos, tengan paciencia hasta la venida del Señor. Miren cómo espera el agricultor a que la tierra dé su precioso fruto y con qué paciencia aguarda las temporadas de lluvia. Así también ustedes, manténganse firmes y aguarden con paciencia la venida del Señor, que ya se acerca.”
Recuerdo haber estado en una clase de domingo por la mañana cuando hablábamos de paciencia. Uno de mis amigos dijo: “Sé que en mi propia vida tengo que recordarme continuamente que el tiempo que tengo aquí en la tierra es un regalo de Dios. Y las interrupciones, los retrasos e incluso los desafíos mismos pueden ser un regalo. Tal vez haya algo que se supone que debo aprender, experimentar o escuchar. Tal vez haya algo que se supone que debo recibir. Pienso en cuando estoy tarde para ir al trabajo y mi hija tira de mi camisa y yo intento salir por la puerta y ella quiere ayuda para atarse el zapato. Es un recordatorio de mirarla a los ojos una vez más y decirle que la amo.”
Es cierto, a veces incluso en medio de los mayores desafíos de la vida. Pienso en una amiga que murió demasiado joven de cáncer de ovario. Ella mantuvo muy bien su ánimo. Recuerdo que ella dijo: “Yo no quería esto. Y no creo que Dios me haya dado esto. Pero en cierto modo, ha sido una bendición. La vida se ha vuelto tan vibrante y real. Cada momento se vuelve tan precioso; lo aprecio mucho más que nunca; la risa de mis hijos, cada momento con un amigo…”
Me hace preguntarme, tal vez incluso este desafío que estoy enfrentando ahora, tal vez haya una oportunidad de crecer espiritualmente, o de ayuda a alguien más.
En su libro Abriéndose: los tres movimientos de la vida Cristiana, Henri Nouwen escribe: “La vida espiritual es, ante todo, una espera paciente, es decir una espera en el sufrimiento, durante la cual las muchas experiencias de insatisfacción nos recuerdan la ausencia de Dios. Pero también es una espera que nos permite reconocer los primeros signos de la venida de Dios en el centro de nuestros dolores…es el centro de nuestro anhelo por el Dios ausente que descubrimos sus huellas…”
Oremos: Amado Dios, a medida que anhelamos la sanación, a medida que anhelamos la reconciliación, a media que anhelamos un nuevo día, concédenos paciencia. Ayúdanos a aprender lo que necesitamos aprender y dar, lo que necesitamos dar y confiar en que estás con nosotros, incluso ahora. Amén.
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