En Cada Situación…
Un día, una niña pequeña estaba sentada mirando a su mamá lavar los platos en el fregadero de la cocina. De repente notó que su mamá tenía varios mechones de cabello blanco sobresaliendo en contraste con su cabello negro. Miró a su mamá y preguntó inquisitivamente: “Mamá ¿Por qué algunos de tus cabellos son blancos?”
“Bueno,” respondió la mamá: “cada vez que tú haces algo malo y me haces llorar o infeliz, uno de mis cabellos se pone blanco.”
La pequeña niña pensó en esta revelación por un tiempo y luego dijo: “Mamá, ¿Cómo es que todo el cabello de la abuela es blanco?”
¡Eso es gracioso! Y sabes que lo hacemos, todos tenemos mucho estrés en nuestras vidas – cosas que nos hacen infelices. La verdad es que muchos de nosotros llevamos tanto y es fácil señalar con el dedo a otra persona. Es fácil tratar de encontrar a alguien o algo a que culpar. Pero eso no ayuda, ¿verdad que no?
En su carta a los Filipenses, el Apóstol Pablo da lo que parece una prescripción para tratar la ansiedad y el estrés. Él escribió:
No se inquieten por nada; más bien, en toda ocasión, con oración y ruego, presenten sus peticiones a Dios y denle gracias. Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, cuidará sus corazones y sus pensamientos en Cristo Jesús.
En tu propia vida, puedes haber notado la conexión entre la gratitud, la confianza y la paz de Dios. Deseo que tú y yo sigamos el consejo de Pablo con más frecuencia.
Oremos: Dios de gracia, te agradecemos por la forma en que tus bendiciones han llovido sobre nosotros – gracia tras gracia – dones tras dones. El día de hoy, incluso en este momento, te entregamos nuestras cargas, nuestro estrés, nuestra ansiedad…Te pedimos que nos ayudes a confiar en ti. Que tu paz descanse sobre nosotros, y fluya a través de nosotros. Lo pedimos en nombre de Jesús. Amén.
¡Por favor siéntanse libres en compartir este mensaje con familiares y amigos!