El Único Regalo que Todos Podemos Ofrecer
Hace varios años, cuando estaba haciendo educación continua en Atlanta, me encontré con una vieja amiga que había sido capellán en Columbia cuando yo estaba en seminario. Ella estuvo en el hospital el día que nació mi hija Marley, y fue muy bueno verla.
Cuando me encontré con ella estaba jubilada, y le pregunté qué hacia estos días. Y ella dijo: “Ya sabes Joe. Tengo 72 años de edad. No tengo montañas que escalar. Estos días pienso mucho menos en hacer y me concentro mucho más en ser. Quiero estar centrada. Quiero estar con los pies en la tierra. Quiero ser generosa y amable. Quiero estar presente para mis hijos y nietos. Estoy trabajando en ser”
¿Cómo haces eso?
“Bueno, me siento en la presencia de Jesús y dejo que el obre en mí.”
Me recuerdo algo que dijo John O´Donohue citando al místico Cristiano del siglo XIV, Meister Eckhart: “Muchas personas vienen a mí preguntándome cómo deben orar, como deben pensar, qué debo hacer; y todo el tiempo, descuidan la pregunta más importante: ¿Cómo debo ser?
Más tarde O´Donohue reflexionó sobre las enseñanzas de Eckhard: “Hay un lugar en el alma que ni el tiempo ni el espacio ni ninguna cosa creada pueden tocar. Hay un lugar dentro de ti donde nunca has sido herido, donde todavía hay seguridad en ti, donde hay fluidez en ti, donde hay confianza y tranquilidad en ti. Y creo que la intención de la oración…es visitar, de vez en cuando, esa especie de santuario interior.”
Estamos en un momento en el que existe una inmensa necesidad en nuestra nación, en nuestros vecindarios, en nuestras comunidades y en nuestras familias. Y a veces resulta abrumador. ¿Qué podemos hacer?
Pero soy cada vez más consciente de que el único regalo que todos podemos ofrecer, si estamos dispuestos a profundizar más, es el regalo de nuestra paz y bienestar interior, tener los pies en la tierra que es la fuente de la compasión, generosidad, y la gracia que el mundo necesita tan desesperadamente. Tu paz y bienestar son un regalo – no sólo para ti – sino para el mundo.
Oremos: Hacemos una pausa, aunque sea por un momento, en tu presencia ahora mismo, Oh Dios, pidiendo que tu Espíritu sanador y vivificante nos llene y renueve. Ayúdanos a encontrar tiempo y espacio para encontrarnos contigo para que podamos ser personas de compasión y centros de paz. Amén.
¡Por favor siéntanse libres en compartir este mensaje con familiares y amigos!