El Trabajo de Construir Puentes
Hay una historia sobre dos hermanas viudas que vivieron juntas en la vejez. En un momento dado tuvieron una discusión tan amarga que dejaron de hablarse entre sí. Incapaces o no dispuestos a abandonar su pequeña casa, continuaron usando las mismas habitaciones y dormían en el mismo cuarto. Las cosas estaban tan mal que trazaron una línea con tiza dividiendo cada habitación para que pudieran ir y venir sin traspasar el espacio de cada una de ellas. Durante años, coexistieron en silencio. Ninguna de las dos estaba dispuestas a dar el primer paso hacia la reconciliación.
Entonces, una noche, una hermana se levantó para ir al baño y se cayó, quebrándose la cadera. La otra hermana escuchó la caída y los gritos y se despertó. Saltó de la cama, cruzó la línea trazada con tiza y se puso al lado de su hermana. Después de un típico comentario sarcástico, al preguntarle sobre por qué haría algo tan tonto como tropezar con sus propios pies, una hermana sostuvo a la otra hasta que llegaron los paramédicos y la llevaron al hospital. En esos momentos de oscuridad, la verdad y el poder del amor se revelaron.
El difunto juez de la corte Suprema, Thurgood Marshall, contó esta historia con estas palabras: “El sistema legal puede forzar las puertas, y a veces, incluso derribar muros, pero no puede construir puentes. Ese trabajo le pertenece a ti y a mí”.
Oremos: Dios Misericordioso, te agradecemos por tu amor incondicional y por el perdón hacia nosotros. Ayúdanos a compartir esos mismos regalos con las personas que nos rodean – amigos, familiares y vecinos. Que seamos los primeros en construir puentes – los primeros en ofrecer el perdón, y los primeros en buscar reconciliación – ya que recordamos que la vida es corta y no la tenemos para siempre. Pedimos todo esto en el nombre de Cristo. Amén.
¡Por favor siéntanse libres en compartir este mensaje con familiares y amigos!